MK: ¿Cómo llegas a la escritura?
P: Yo escribo desde muy niña. Pertenecía a un grupo infantil y empezamos a hacer espectáculos en la Sociedad Canarias de Cuba, donde hacían concursos literarios infantiles; y esa fue la primera vez que presenté un cuento de ciencia ficción a un público y … gané; y yo muy contenta de que algo que había escrito tuviera resultados y reconocimiento de personas que no me conocían.
La poesía empezó en la época de adolescente. Yo leía mucho y bueno comencé a crear mi propio mundo, aunque todo aquello se perdió en algún momento, son recuerdos que quedan. Y luego estuve un tiempo muy desconectada de cualquier cosa que tuviera que ver con mis fibras más profundas.
Después cuando escribía lo escondía, lo escribía porque me di cuenta que la escritura es tan necesaria para mí como el teatro; al punto que dejo cualquier cosa que esté haciendo para escribir, incluso me levanto si estoy durmiendo para hacerlo; pero no se lo enseñaba a nadie.
Y una vez en pandemia, Inclán descubre mi libreta, y a mí los colores me subían- nos reímos- él lo trató con mucha delicadeza pero me ayudó a que yo viera mi poesía con otros ojos. Siempre le agradezco porque literalmente si él no me hubiese incitado yo no me hubiese lanzado. Y te voy a confesar a mí me da vergüenza, porque la poesía no hay manera de desdibujarla, es muy autobiográfica, y a mí siempre me da vergüenza.
MK: ¿Tienes algún proceso creativo predeterminado?
P: Yo creo que el proceso creativo de la escritura es mucho más noble que el proceso creativo teatral.
El proceso creativo teatral es muy sufrido. Porque encarnar, entender y apropiarse de una persona que no eres tú es una cosa seria. Cada personaje te marca. Uno se encuentra mucho en un proceso creativo. Es muy interesante lo que puede surgir.
El proceso creativo de la escritura viene mucho del inconsciente, aquí tú no estás provocando nada, simplemente nace. Cuando uno se sienta a escribir una tiene un bagaje, ya sea de historias de vidas, experiencias; y cuando te sientas frente a la página en blanco sabes que algo va a salir, puede gustar más o menos, pero siempre te va a sorprender.
MK: Cuéntanos sobre tus experiencias en los slam poetry.
P: En principio, cuando conocí el slam, no tenía ni idea que la poesía pudiera ser de esa manera dicha, que pudiera tener esa potencia oral. El slam tiene una fuerza mundial que es algo gigante y aquí en Cuba estaba en los inicios.
Luz de Cuba lo estaba gestando, porque ella ya había participado en algunos encuentros internacionales, representando a la Isla. A mí me encantaba su perfomance que era esa poesía dura, sin adorno, pero siempre con tumbadoras y eso a mí me encantó. Por las cosas de la vida, nos encontramos y me hace la invitación a participar en un slam. Me pongo a investigar y me di cuenta que era todo un universo. El slam es la poesía social, no cree en reglas que lo restrinja, tiene un tono fuerte.
Y la invitación fue al Slam Nacional México, yo estaba impactada, porque ahí hay mucho nivel y bueno a un slam nacional va lo mejor de cada estado. Ellos toman clases de dicción, de actuación; porque la manera en que se dice, en que se proyecta, es muy importante.
Cuando yo llegué con mi poesía, incluso se los dije: “discúlpenme si mi poesía no llega con la fuerza o con el dolor que hay un sus estrofas, socialmente hablando, pero mis mayores disidencias son conmigo misma”. Lo interesante es que tuve una aceptación muy bonita, una acogida muy cálida.
Tuve que incorporar herramientas del teatro porque mi poesía inicialmente no estaba pensada en el formato slam. Realicé una deconstrucción del texto que tenía y desde la consciencia encontré otras lecturas; y lo actué.