Patricia Rodda me abre las puertas de su casa como si fuéramos amigas de hace muchos años. Las casas, la suya no es una excepción, son espacios de recuerdos y esencias; su sonrisa contagia a todo el que la conoce y su energía me atrapó.
MK: ¿Cómo se define Patricia?
P: Me defino como una persona libre, al menos así intento percibirme. Cuando me he sentido condicionada, en mí se desata una fiera. En mi arte y en mi vida personal necesito sentirme libre.
MK: ¿Qué soñaba Patricia de pequeña?
P: La vida me llevó al teatro. Mi mamá falleció cuando yo tenía cinco años, y la primera vez que toqué las tablas sentí que se abría otro universo para mí. Un universo que me salvaba. El teatro salva y a mí, me salvó.
La Patricia de niña soñaba que todo podía ser, soñaba que podía salvar a todos los niños, que traía luz.
MK: ¿Qué es el teatro para Patricia?
Es salvación. Es un juego, los actores mantenemos vivos a nuestro niño interior. Es terapéutico.
Cuando estoy en momentos de crisis, en momentos que necesito energía espiritual, gestionar emociones; no hay nada mejor que estar en la carne de un personaje porque tienes que entender otras maneras de hacer, de pensar y te empiezas a ver desde una distancia.
MK: ¿Qué es Teatro el Misterio y qué ha representado para tu carrera?
Yo estuve muchos años desconectada de las tablas, en el camino del inmigrante. Cuando regresé a Cuba, decido rehacer mis pedazos y me encuentro con Teatro el Misterio de Delia Coto, yo digo que eso era más una “secta intelectual” que un grupo de teatro, todas mujeres, todas brujas, todas esotéricas.
Llegar al Misterio y llegar al personaje Camila con la obra “Japy beiby tu yu”, obra de Tahimí Dieguez, fue un reencuentro conmigo misma. Con este grupo volví a conectar con esa parte mía del arte que había sacrificado.
MK: ¿Qué es Sin filtro?
P: Sin filtro es el proyecto sociocultural que llevamos mi esposo Orlando Inclán y yo, con niños y adolescentes del barrio de San Isidro en La Habana Vieja. Se divide en dos perfiles fundamentales, desde el teatro y el urbanismo. Exploro y trabajo lo social, toda la parte emocional se las gestiono desde el teatro e Inclán desde el urbanismo.
Tratamos que estos muchachos conozcan la ciudad, muchos de ellos nunca habían salido de San Isidro. En algunos talleres una de las cosas que hacemos es llevarlos en una guagua a conocer otros municipios, a conocer una ciudad que ellos no saben que existe.
La experiencia que tuvimos en pandemia en la Galería Taller Gorría (GTG) como parte del proyecto fue muy necesario para ellos, y una de las que atesoro con más cariño, yo he trabajado en otras ocasiones con niños, pero creo que esa fue la vez que vi el cambio de manera más inmediata.
MK: ¿Cómo llegas a la escritura?
P: Yo escribo desde muy niña. Pertenecía a un grupo infantil y empezamos a hacer espectáculos en la Sociedad Canarias de Cuba, donde hacían concursos literarios infantiles; y esa fue la primera vez que presenté un cuento de ciencia ficción a un público y … gané; y yo muy contenta de que algo que había escrito tuviera resultados y reconocimiento de personas que no me conocían.
La poesía empezó en la época de adolescente. Yo leía mucho y bueno comencé a crear mi propio mundo, aunque todo aquello se perdió en algún momento, son recuerdos que quedan. Y luego estuve un tiempo muy desconectada de cualquier cosa que tuviera que ver con mis fibras más profundas.
Después cuando escribía lo escondía, lo escribía porque me di cuenta que la escritura es tan necesaria para mí como el teatro; al punto que dejo cualquier cosa que esté haciendo para escribir, incluso me levanto si estoy durmiendo para hacerlo; pero no se lo enseñaba a nadie.
Y una vez en pandemia, Inclán descubre mi libreta, y a mí los colores me subían- nos reímos- él lo trató con mucha delicadeza pero me ayudó a que yo viera mi poesía con otros ojos. Siempre le agradezco porque literalmente si él no me hubiese incitado yo no me hubiese lanzado. Y te voy a confesar a mí me da vergüenza, porque la poesía no hay manera de desdibujarla, es muy autobiográfica, y a mí siempre me da vergüenza.
MK: ¿Tienes algún proceso creativo predeterminado?
P: Yo creo que el proceso creativo de la escritura es mucho más noble que el proceso creativo teatral.
El proceso creativo teatral es muy sufrido. Porque encarnar, entender y apropiarse de una persona que no eres tú es una cosa seria. Cada personaje te marca. Uno se encuentra mucho en un proceso creativo. Es muy interesante lo que puede surgir.
El proceso creativo de la escritura viene mucho del inconsciente, aquí tú no estás provocando nada, simplemente nace. Cuando uno se sienta a escribir una tiene un bagaje, ya sea de historias de vidas, experiencias; y cuando te sientas frente a la página en blanco sabes que algo va a salir, puede gustar más o menos, pero siempre te va a sorprender.
MK: Cuéntanos sobre tus experiencias en los slam poetry.
P: En principio, cuando conocí el slam, no tenía ni idea que la poesía pudiera ser de esa manera dicha, que pudiera tener esa potencia oral. El slam tiene una fuerza mundial que es algo gigante y aquí en Cuba estaba en los inicios.
Luz de Cuba lo estaba gestando, porque ella ya había participado en algunos encuentros internacionales, representando a la Isla. A mí me encantaba su perfomance que era esa poesía dura, sin adorno, pero siempre con tumbadoras y eso a mí me encantó. Por las cosas de la vida, nos encontramos y me hace la invitación a participar en un slam. Me pongo a investigar y me di cuenta que era todo un universo. El slam es la poesía social, no cree en reglas que lo restrinja, tiene un tono fuerte.
Y la invitación fue al Slam Nacional México, yo estaba impactada, porque ahí hay mucho nivel y bueno a un slam nacional va lo mejor de cada estado. Ellos toman clases de dicción, de actuación; porque la manera en que se dice, en que se proyecta, es muy importante.
Cuando yo llegué con mi poesía, incluso se los dije: “discúlpenme si mi poesía no llega con la fuerza o con el dolor que hay un sus estrofas, socialmente hablando, pero mis mayores disidencias son conmigo misma”. Lo interesante es que tuve una aceptación muy bonita, una acogida muy cálida.
Tuve que incorporar herramientas del teatro porque mi poesía inicialmente no estaba pensada en el formato slam. Realicé una deconstrucción del texto que tenía y desde la consciencia encontré otras lecturas; y lo actué.
MK: Desnuda en Proscenio ha sido más que un libro, cómo lo concebiste y qué opinas de las formas de llegar como usuarios a la poesía.
P: Desnuda en Proscenio es un libro autobiográfico, y no solo en el decir sino en la estructura literaria. Yo soy de la opinión que las artes están interrelacionadas con otras manifestaciones, el arte no se puede encasillar ni aislar.
El libro está en desventaja y más en estos tiempos digitales y cada vez cuesta más “enganchar” a las jóvenes generaciones para que lean. Cuando hice este libro de poemas no tenía muchas pretensiones, se lo llevé a Claudia Acevedo, la editora de Aurelia Ediciones y le muestro el cuaderno. Y luego fue todo un proceso mágico con Eduardo Abela que realizó las ilustraciones especialmente para el libro, inspirado en los poemas. Desnuda en Proscenio es un libro promiscuo – nos reímos.
El libro comienza a coquetear con otras manifestaciones del arte, es un libro pensando como una obra de teatro, nació de esa necesidad en pandemia, que no podía haber escena y yo necesitaba por algún lado drenar pensamientos y sentimientos.
Entonces quise darle voz, empecé a llamar a muchas amigas, y creamos un grupo de mujeres espectaculares de la escena (Mirta Ibarra, Tahimí Alvariño, Daisy Granado, Jacqueline Arenal, Coralita Veloz entre muchas otras) y nos metimos un día en el teatro del Museo de Bellas Artes, con la ayuda del amigo Jorge Fernández, y grabamos cápsulas con los poemas. El libro ya no tenía un solo rostro, sobre todo tenía voz. Muchas y las mejores voces.
Cuando empezaron las presentaciones nos dimos cuenta que era otra cosa, ya que estaban acompañadas de exposición y atraía a mucho público de las artes visuales. También iban muchas personas por el elenco de actrices. Era una nicho que comenzó a entrar “sin querer” a la poesía. Y por ahí creo que hay un universo cultural ganado.
MK: ¿Qué ha significado Pseudopez?
P: Pseudopez es otro libro, con otro carácter, incluso desde el momento de la creación, lo que me provocó el proceso creativo fue muy diferente a Desnuda en Proscenio.
Es un libro que me ha sorprendido. Mantuve el propósito de entrelazarlo con las artes visuales, porque te atrapan; en esta ocasión me acompañó Zaida del Río, otro privilegio. Estoy convencida de que el acompañamiento de la poesía con estas ilustraciones son una manera contemporánea, y una manera otra, de llegar al público.
Entró con mucha fuerza, ha entrado a un terreno donde lo han acogido bien. En su inmersión ha tenido muchas reseñas, reseñas sobrecogedoras como la de Zaida Capote o inesperadas e increíbles como la de Marilyn Bobes, realmente estoy muy feliz.
MK: ¿Cómo se ubica el universo cultural de Patricia Rodda en el contexto cubano, cuanto le debes y cuanto pudieras aportarle?
P: Soy un producto cubano amén de otras influencias heredadas del mundo. Soy de los que eligieron quedarse porque creo que tengo que aportar a, este, mi país y sobre todo porque de lejos moriría de tristeza y resentimiento. Muchos lo han logrado y han tenido éxito, yo no podría.
Aquí me he encontrado, he tenido la oportunidad de crear, de compartir mi arte y mi punto de vista. Me siento parte de una herencia cultural y no me canso de construir los sueños dentro de un realidad que sabemos no siempre es amable.
Seguiré trabajando con los adolescentes porque siento que esa es una etapa definitiva en la vida y en ese terreno pantanoso quiero sembrar algunas flores.
Continuaré con el teatro porque no encuentro otra manera de entender este circo al que llamamos “Tierra” y si los santos me lo permiten, seguiré escribiendo para dejar testimonio de mi paso por esta Isla que me vio nacer y en donde moriré. Es aquí donde quiero que me recuerden, ya el mundo carga con demasiados nombres.
Por: María Karla Larrondo González.