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Ana, la gente está mirando la sangre.

Agniezka no busca aplausos. Al levantarme tras concluir la obra, no tenía ganas de aplaudir, la ovación de la última puesta en escena, fue de dolor.

Entro a la sala y un nylon de brillo está decorando el proscenio, en el fondo se refleja el cuerpo de una mujer en el agua, Lulu de espaldas, acostada, parece que nos da la bienvenida, a la derecha, un piano y cuatro muchachas componen la melodía. Pequeños pasos buscan un lugar, la sala se llena, al parecer el #yositeinvite, dio resultados.

Al comenzar no me queda claro por donde va la historia, Ana Mendieta es el personaje que desencadena la trama, mas al fondo, en mi subconsciente, el desarraigo es el verdadero protagonista.

Las raíces son necesarias para sentirnos en paz, para conocer de dónde venimos, la historia, la de a de veras, la que de una forma u otra va conformando nuestro árbol genealógico y emocional, es importante para desarrollarnos.

Dicen que los ojos son el reflejo del alma, la mirada pocas veces miente, las imágenes de Ana Mendieta reflejan tristeza en sus ojos, la interpretación de Lulu Pinera es fiel a la artista que fue Ana. ‘’Mañana bien temprano te subo el corazón a your house, your flat, your apartament’’, Lulu tiene los brazos atrás del cuerpo, sus ojos observan el piso o sus zapatos, mientras Alejandra de Jesús, interpretando a Moffitt, le dice a su niña, Ana Mendieta que le subirá el próximo día un corazón a su departamento.

De forma paralela aparecen Hansel y Grethel, interpretado por Karen Machado y Sandra Anabel Espinosa Ruiz, con su cuento podrido, con la inocencia de niños que desean golosinas, pero a veces el camino para encontrar la gran casa de chocolate no deja sensaciones dulces. Niños que atraviesan realidades que no les corresponden, niños que deben dejar su inocencia, niños Peter Pan que sudan recuerdos en un país desconocido.

El Centro Cultural Bertolt Brecht acogió durante dos fines de semanas, la puesta en escena ‘’Ana, la gente está mirando la sangre’’ de la Franja Teatral, bajo la dirección de Agniezka Hernández. El grupo multidisciplinar aglutina en su escenario el baile, el teatro documental, la música en vivo y la actuación de su equipo. En esta ocasión el elenco es interpretado por. Lulu Pinera/ Ana Mendieta, Roberto Romero y Pedro Rojas/Carl Andre, Lissette de Leon/ Azazelo, Alejandra de Jesus y Cesar Dominguez/ Moffitt, Sandra Anabel Espinosa Ruiz/Grethel, Karen Machado/Hansel, Ana Medina/Raquel, Lia de la Vega, Melanie González Asencio, Daina Leon/Niñas migrantes, Edgar Alejandro Valle Remis y Chriss Forte/Celia, Angello Felico/Rodney. Música en vivo por LlinenaSussel, Laura Alonso Real, Daniela Valdes, Ana Carla de la Scull, Catherine Coralia Rodríguez.

Se mezcla una línea del tiempo invisible sobre la trama, mas los cristales del reloj de arena también llegan a mis imágenes personales para desencadenar la travesía que realizan muchos latinos y cubanos para el paso hacia los Estados Unidos.

A todos de una forma u otra se nos hace familiar el hecho de empacar la vida en una maleta en busca de sueños. Muchos hogares se han detenido para sobreponerse a los nuevos entornos familiares que forman parte de nuestra realidad.

Esta obra me demuestra que en una mochila no caben todos los recuerdos, que en un viaje, a veces hay más de muerte que de vida, que el arte busca siempre su forma de manifestarse, que en Cuba se hace teatro y los espectadores se conduelen con el dolor del escenario.

Escribo mientras llegan imágenes de varias partidas, mientras observo en la naturaleza el amor de Ana Mendieta, mientras mi cuerpo recuerda las sensaciones de esa noche, mientras admiro la obra de Agniezkay aplaudo inconscientemente después de “Zarabanda, este gallo es para ustedes”.

Por. María Karla Larrondo González