El polvo no se come

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El polvo no se come

Por Sara Sánchez

Roland Schimmelpfennig sabe que el polvo de los escenarios, de las butacas, de los pasillos, no se come. Y le duele porque quizás a estas alturas alguien ya lo haya intentado. El dramaturgo alemán, autor de “Una clara y gélida mañana de enero a principios del siglo XXI” deja ahora a merced de la creatividad individual un ensayo que, publicado originalmente en un diario germano, ha comenzado a recorrer el mundo de los teatros pero de manera online.

La realidad es que “La última función” es más que un texto frío, que una sucesión de letras que conforman ideas sobre un pliego. Es una declaración de principios, es un grito desesperado, es la noción del caos visto desde platea alta. Es, una metáfora del teatro encarnada en un hombre sobre las tablas, sin público, atrapado con la urgencia de salir sin tener como.

Y es que nadie lo vio llegar. Al silencio visceral de las salas, de los espacios, de las gradas, no se le escuchó escurrirse tras bastidores. No había como oler el rancio de los maquillajes, no se sabía del sitio fijo de los vestuarios… No había lugar final para el atrezo ni los abrazos. La pandemia se apoderó de los ensayos, cortó los clímax, oscureció las luces donde las había. Por primera vez en siglos, trató de amordazarse al teatro, ese que nunca se detuvo por nada, porque como la vida misma, no deja de ser.

Ahora, cuando no se sabe del fin del receso obligado, ni del retorno a la cotidianidad, las dudas y el miedo crean otras obras y se adaptan a los tiempos terribles. No solo teatros de Alemania, Noruega, Bélgica o Turquía se han apropiado del texto de Schimmelpfennig y han dado sus toques para llevarlo a las redes… El material, traducido por la también actriz Adriana Jácome, ha comenzado a caminar por el mundo de la hispanidad. México, Argentina, y hoy Cuba, se unen a esta voz universal que reinventa, como puede, los modos de hacer de este arte donde todos nos hemos visto alguna vez reflejados.

Convencido quizás que cada cual tiene su escenario, unos más terribles que otros, para ponerle voz a su obra, Roland confía. Hace lo que mejor puede y sabe en estos tiempos tan negros donde los dramaturgos y los ligados al mundo de los escenarios han tenido que inventarse una realidad paralela para no morir de tristeza, o el que menos de hambre. Para continuar con sus sueños… Porque los alimentos se pagan, las casas, la telefonía, los móviles…todo cuesta. Los telones, por desgracia siguen abajo, y aunque el show debe continuar, el polvo acumulado por los meses perdidos, no se come.

La cubania en un plano romano

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La cubanía en un piano romano

Por Sara Sánchez

Aunque Marcos Madrigal no fue uno de los chicos que creció correteando las barriadas habaneras, ni encontró en las noches del Malecón abrigo para sus primeras penas, es un cubano rellollo a todas luces. En el medio de Roma, esa ciudad deslumbrante, resalta Marcos, por encima de todos sus adoquines milenarios, porque se le siente diferente… Se sabe de la sangre que corre por sus venas, de ese gozo que lleva consigo, de la guapería heredada… todo a primer vistazo. Aunque el traje impecable y señido, la ecuanimidad y las teclas del piano clásico, traten de disimularlo, Marcos Madrigal, tiene sus raíces en Cuba, y buena parte de su corazón musical.

Y es que uno nunca se va del todo, menos quien quiere la tierra como este joven concertista, a pesar de haber hechado raíces en Italia hace más de 10 años ya. Empeñado en la movilidad del arte, Madrigal casi de la mitad del año lo destina a planificar en Cuba un evento dedicado a su mayor pasión: Habana Clásica, su hija pequeña. Es esa sensación de traer lo mejor de varios continentes, de las salas de conciertos, hasta los rincones más inusitados de la capital cubana. Un encuentro que cada año crece y suma manifestaciones que atrapan hasta al más desinteresado en las sonoridades de cámara. Pero no es todo.

En los últimos días vió la luz un nuevo fonograma que arrastra titulares y el nombre de Cuba ligado a Marcos, aunque se gestó a más de 8000 kilómetros de la isla. «Chansons y Songs», es la primera entrega de Hemisphaeria Trio, un proyecto en el que comparte con otros dos solistas reconocidos del panorama concertístico internacional. Junto al tempo caribeño, la soprano italiana Damiana Mizzi, quien se presenta con regularidad en importantes teatros de ópera a nivel mundial, y Roberto Masueto, quien ha centrado su carrera en el repertorio camerístico y colabora regularmente con la orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia… Una sinergia divina, a decir de la crítica. Debe ser que cada uno le pone magia por igual…

Bajo el sello de la casa discográfica italo-japonesa Da Vinci Publishing, especializada en música clásica y jazz, nace este lujo, porque es un lujo, donde el grupo de músicos se unen «hechizados por el descubrimiento de un repertorio en su mayoría desconocido», según el sitio oficial de Hemisphaeria Trio. Chansons y Songs lo integran tres ciclos de obras con textos poéticos franceses que fungen como hilo conductor de esta propuesta con composiciones del francés Maurice Ravel, el británico James Francis Brown y la rumana Liana Alexandra… un ir y venir de sonoridades que sin dudas, en varios acordes, tiene sabor a trópico. Un regalo imperdible, digamos.

La realidad, es que siempre se piensa la música clásica de concierto más estilizada, esbelta, menos popular… pero si algo demuestra Marcos Madrigal, es que la melodía rompe fronteras, y cala clases… Porque si es un lenguaje universal, no importa de donde venga, si trae armonía al espíritu… Y no importa que este joven no haya crecido correteando las barriadas habaneras, no hace falta para quererlo y saberlo nuestro, porque la sonrisa, Malecón de su alma, lo delata.

Los sueños: un año de tunturuntu

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Los sueños: Un año de Tunturuntu

Por Sara Sánchez

Foto: ISTOCK

Alguna vez escuché que si deseas algo con mucha, mucha fuerza la vida no tiene otra opción. Te lo concede. Quizás fue ese el empeño que un grupo de soñadores le impregnaron a un proyecto digital que dio sus primeros pasos en Instagram. Pasos discretos. Unos cuantos post relacionados a la cultura cubana, a esa que todos conocemos porque es de dominio común. Un año después, y luego de muchos avatares, una pandemia que removió el mundo y otras tantas manos sumadas, Tunturuntu ya se mueve entre los ámbitos de las plataformas digitales, que desde la seriedad y el respeto, ofrecen una mirada abarcadora sobre el amplio panorama sinestésico que envuelve la mayor de las Antillas.

Y es que se trabajó y se trabaja, para contar esa otra versión de Cuba que no está en las postales de turismo. Pensar un país que desde la cultura, una de sus mayores fortalezas, es más que sitios conocidos. Un país que es más que ron, playa, tabaco y mulatas. Más que la Plaza de la Revolución, La Catedral de La Habana y la Bodeguita del Medio. Más que Trinidad, Varadero y Viñales. Más, también, que Celia Cruz y el Buena Vista Social Club. Y tratar que, sin dejar de ser todo eso a la vez, porque lo es, podamos encontrar otros resquicios, que nos cuenten una Cuba más nuestra, más de todos.

Foto: ISTOCK

Ese fue el reto, tratar de crecer sin perder el rumbo. Caminar sobre temas, más que de interés, de sentimientos. Entregar en cada palabra que se compartía al público, un pedazo de la isla que todos queremos, sin vender el alma. Abrir ojos sobre figuras y hechos olvidados en una tierra que en buena parte, es quien es, por esas figuras y esos hechos. Arrojar luz sobre puntos de silencio, eso además pretendió Tunturuntu. Y no importa si siempre lo logra, lo que vale es que siempre lo intenta. 

Encontrar en la música, en las artes plásticas, en la escena o el audiovisual, por mencionar algunos, el pretexto para acercarnos a un público diverso, ha resultado, más que un desafío, un impulso colectivo. Estar al tanto del universo de información que mueve Cuba desde el arte, y acomodarlo para que fuera atractivo, fresco, novedoso, cuanto menos, ha sido una carrera de resistencia. Saber tirar de ese hilo que mueve sensibilidades, que toca fibras, que motiva, desde los ámbitos de la creación, sigue enseñando a todos cual escuela. Porque eso es lo que sucede cuando se trabaja con ganas, se crece.

Foto: Havana Club

Sobrevivir a tiempos duros, de encierro obligatorio, ha sido parte indiscutible del desarrollo de este proyecto que cree que la cultura salva, y lo ha demostrado. Encontrar en decenas de conciertos online, de clases de baile o de cocina, de charlas con cineastas o activistas de la Comunidad LGBTQ+, el espacio para aportar desde el hacer, no solo a los cubanos isla adentro, sino de todo el orbe, sigue siendo una prueba. Contarles de las “reinas de Cuba”, de los espacios de creación artística que no son visibles en los diarios que circulan o de la nostalgia de las viejas canciones del feeling que quedan en una gaveta, ha sido, más que encantador, un sorbo de aire fresco.

Parece poco y ya han pasado más de 360 días en una rueda que no perdona. Pero el tiempo se ha encargado de ponerlo todo en su sitio. “Tunturuntu”, devenido del argot popular, es más que una plataforma digital, porque es una comunidad. Una asociación de amigos, de gente querida, que se levanta todos los días creyendo que un mundo mejor es posible, y pensando como dejarte un pedazo de la tierra que le inspiró para nacer. Por eso no se detiene, porque los sueños se cumplen, y un año ha servido para comprobarlo. Feliz Aniversariooooo!!!!!!

perdoname conciencia, por desempolvar

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Perdonáme conciencia, por desempolvar

Por Sara Sánchez

“…Fue duro tu reproche

Aunque sé que esa noche

Yo me lo merecía…”

Las voces de la canción cubana tienen un timbre especial. No solo los tonos desgarradores que asumimos como cantinas del alma tras eventuales dolores… No. Son los colores vocales que desde otros siglos venimos arrastrando como un legado imprescindible del contexto cultural cubano. Pero más que las voces son esas canciones inmortalizadas que saben a mar, a sol, a isla, en cualquier lugar del mundo lo que provoca verdadera nostalgia.

Son esas canciones que por desgracia cada vez menos se escuchan, y que tenerlas en tu lista de reproducción te convierte en bohemio para unos, en cool para los pseudointelectuales sonoros, en anticuado para más de la mitad, en raro para el resto… Y así vamos perdiendo a “Yolanda”, a “Contigo en la distancia” o a “La gloria eres tú”…temas que más de medio mundo jurarían que pertenecen a otros intérpretes que le han dado vida en grandes escenarios. Pero bastara escucharlas en una garganta cubana para saber del sentimiento y de la mano que las escribió…

“Tú me quieres dejar

yo no quiero sufrir

contigo me voy, mi santo

aunque me cueste morir”

Dice algo que podemos tararear con los ojos cerrados, sin temor a equivocarnos… Y es que “Lágrimas Negras” es un clásico de todos los tiempos. Compay Segundo la dejó para ser versionada, para ser cantada, para ser llorada en los muros del Malecón habanero… Es la determinación en carne viva. Vida por medio, el amor delante. ¿O el capricho? Habría que ver…

“Como gasto papel en recordarte

como me haces hablar en el silencio

como no te me quitas de las ganas

aunque nadie me ve nunca contigo”

Y aquí otro destello de luz en pleno pecho. El álbum “Mujeres” de Silvio Rodríguez, allá por 1978 recogió una ensarta de temas como este. “Te doy una canción…” Como doy el amor, con ese grito de guerra a todo que le pone la inolvidable Elena Burke y que es una de las letras más hermosas de la trova de la isla. En aquel año 78, y en este 2020 todavía.

“Háblame de un sol desconocido

te regalo el tiempo que he vivido

quédate amor aquí en mi pecho”

Es que son tantas las canciones que a veces deberían tatuarse en la piel y que han marcado una generación toda, que no alcanza el tiempo para graficarlas, ni media vida para escucharlas. “La Habana en febrero” de Liuba María Hevia pudiera ser otras de las imposibles de olvidar. De esos arreglos tan acomodados que nada sobra y nada falta, cada coma, cada letra, cada lágrima que seguro provocó.

Pero si algo tienen todas y cada una de estas canciones es una marca ineludible de dolor. Un pesar más fuerte que el tiempo donde se pensaron o fueron estrenadas, y que hoy las trae hasta aquí. No importa si son cantadas ahora en un escenario más pequeño, poco luminoso, en la intimidad de un balcón, o a teatro lleno. Suena cualquiera de las letras que empoderan la cancionistica cubana, y por herencia acumulada, o memoria selectiva, te hará estremecer. Porque no es un dolor amargo, es un dolor otro, inexplicable.

Quizás para muchos estos días de obligado quedar en casa, fueron buenos para desempolvar. No solo libros, estantes o closets que no se tocaron en décadas… También boleros, bolerones de victrola que son pura poesía, y eso en tiempos tan grises, salva. A mí que me sorprenda el planeta sin virus cantando como la Secada, como la dueña del público que fue Moraima: “Perdóname, perdóname conciencia…Razón sé que tenía, pero en aquel momento todo fue sentimiento…La Razón no valíaaaa…”

Desde la ventana, mi ventana

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Desde la ventana, mi ventana…

Por Sara Sánchez

Foto de Kaloian Santos tomada de Facebook

Ese pueblito del cono sur latinoamericano de paredes blanquecinas, los cristales del Salar de Uyuni, o aquella calle romana que despertó la primavera. También La Habana en todas sus perspectivas, en todos los ojos posibles, en todas las ganas. Y Santiago, y Guane y hasta el Río Toa. Todo eso he visto en los últimos días desde la ventana, mi ventana, que es la ventana de todos…

No es que haya estado de casa en casa, menos de pueblo en pueblo. El distanciamiento social nos apartó de todo lo que más queríamos, incluyendo viajes, visitas y amores… Pero una rendija ha sido suficiente para llegar a lugares que jamás hubiésemos prestado atención si no fuera por el aburrimiento de la jornada, por el tedio de no poder salir a desandar las calles.  

Foto de Gabriel Guerra Bianchini tomada de Facebook

Si algo podría hacerse luego que todo esto pase, es una exposición, pero una gigante. No ya el fotógrafo que le viene innato el placer de capturar un poco de luz para siempre. No. El común, el que solo se hacía selfies. El que más o el que menos, se ha tomado el tiempo de montar una instantánea aunque sea a la comida de su parte orgullosa de chef. Algunos han ido más allá, han tenido sesiones enteras, seguimiento a un tema, disertación de un caso…

Foto de Gabriel Guerra Bianchini tomada de Facebook

Los ejemplos sobran, los menos anunciados por la tv para recalcar las iniciativas online, y el grueso traficado en redes sociales. La otra parte, para consumo propio, para enseñar al mundo cómo se pasaba la cuarentena de cada cual. Y no tenía nada que ver con aburrimiento ni tiempo sin causa, era más el sentido de comunicar. El miedo a no saber cómo hablar luego de todo, de olvidar como se dice: me gustaría que hubieses estado ahí, aquí, en esta esquina del mundo conmigo.

Foto de Kaloian Santos tomada de Facebook

Descubrimos así la ropa más cómoda de los amigos, o de los no tan amigos. Conocimos los resquicios interiores de las salas, las cocinas, las habitaciones… Supimos cuántos juguetes tienen los niños, como los riegan desde las 6am hasta la madrugada y así sucesivamente, aunque nunca jueguen con ellos. Nos enteramos que si pones la punta de un boniato en un bol con agua, tienes una planta en 4 días que espanta las malas energías, vimos panzas crecer, manitas de bebé, la alegría por una cerveza hasta del abstemio, o la ropa colgada del clóset sin usar, con toda la saudade que lleva.

Foto de Gabriel Guerra Bianchini tomada de Facebook

Pero no fue lo más terrible, no nos rompió tanto como las ventanas o los balcones. En cada foto tomada desde esos lugares y posteada, había un grito interior. Las ansias infinitas de libertad iban cargando nostalgia en atardeceres muchos (porque creo que los atardeceres más lindos de la historia se han visto en la cuarentena, o será que nos hemos tomado el tiempo de verlos…bueno), en las calles desiertas, en las piedras del patio, en los marcos de madera, en buhardillas o vitrales, en la ciudad de fondo que nos tocó cuidar desde el interior de nuestras casas.

Foto de Gabriel Guerra Bianchini tomada de Facebook

En las imágenes de casa afuera, más que de puertas adentro, está la verdadera soledad que cada cual vive como puede y como sabe hacerlo en este tiempo. Está la añoranza del camino recorrido a diario, del café con los amigos, de desandar una ciudad. Y qué bueno, que tuvimos ese pueblito del cono sur latinoamericano de paredes blanquecinas, los cristales del Salar de Uyuni, o aquella calle romana que despertó la primavera. Que hermosa también La Habana en todas sus perspectivas… Que grande que mi ventana fue tu ventana, y que aquella otra fue nuestra y de todos. Así, quizás, hemos sobrevivido.

hablandoconcineastas

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Hablando con cineastas cubanos

Carlos Quitela

Lía Rodriguez

Pavel Giroud

Jorge Perrugoría.

Jesica Rodríguez

Jazzton

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Jazzton, lo nuevo que llega

Por Sara Sánchez

“JazzTon” así se titula el más reciente single del jazzista Harold Lopez-Nussa que desde este 29 de mayo se encuentra disponible en las plataformas digitales. El nuevo tema, que comparte con el artista de música urbana Randy Malcom, integrante del popular dúo Gente de Zona, resulta una mezcla entre varios géneros musicales, que por primera vez en la historia sonora cubana se acompañan. Jazz y Reagueton es la propuesta esta vez.

«La buena música es tan impactante que no importa en qué estilo o género elijas expresarte. Por eso quería mezclar reggaeton con jazz. El reggaetón es el estilo de música más controvertido en Cuba y, al mismo tiempo, el estilo más popular de la última década.» Aseguró el propio Harold.

“JazzTon” aparece como parte del nuevo álbum Te lo dije, que ya anuncia su presentación completa para el verano. Sin embargo este tema en particular se lanza como un producto completo que está acompañado desde el audiovisual también con la mano del creativo y multipremiado realizador de la isla Joseph Ros.

«Al principio, pensé que mezclar estos dos estilos sería un gran desafío, pero aceptamos el riesgo y me encanta el resultado», cuenta Lopez-Nussa cuando adelanta que el nuevo disco trae fusiones interesantes de ritmos desde los más tradicionales hasta los más contemporáneos. Con fecha de estreno para el 28 de agosto próximo, Te lo dije cuenta con las colaboraciones especiales del acordeonista Vincent Peirani, y otros artistas que aún serán sorpresa. En tanto, tenemos un adelanto con «JazzTon».

Remasterizar la cuarentena

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Remasterizar la cuarentena…

Por Sara Sánchez

Cuando el escenario mundial se perfila al borde de una crisis causada por la propagación de una pandemia que llegó sin calendario, cada cual ha tratado de encontrarse entre los resquicios que le deja la creatividad. Y en tiempos donde la COVID-19 envía a millones al resguardo de sus hogares, aunque parezca una frase manida, hecha, recontra hecha y vuelta a utilizar, el arte salva. Se trata sobre todo de cuidar la espiritualidad, de descubrir, en los pequeños detalles, la calma necesaria, el entretenimiento, la fuerza, para permanecer en casa. Porque es lo que toca.

Históricamente la música ha acompañado el quehacer del hombre… los tiempos de paz, de guerra, de felicidad o de tristeza… todos tienen una banda sonora que cada cual acomoda según su experiencia. Los artistas lo saben, y no han faltado entonces las iniciativas de todo tipo por todo el mundo. Pero si algo llama la atención son las reediciones de temas muy conocidos, algunos himnos ya, en diversas latitudes.

Canciones que, a más de una voz, que, en más de una mano, que, en mucho más de una casa o un país, se acoplan y remasterizan para sacarnos una sonrisa y hacernos tararear… No ha hecho falta escenario, maquillaje, salas de grabación, jefes de escena…Pero han sobrado ganas, sonrisas, empeño y felicidad. Ha sobrado mucho amor, que es quizás lo que todos tienen a mano para dar en momentos donde el mundo parece detenerse, a veces por tristeza, a veces por cansancio. Y caemos en cuenta que alguien nos ha robado también, el mes de abril…

Cientos de videos ahora recorren las redes, unos más improvisados, otros con la organización mínima que amerita el impulso, los más con la cercanía que permite entrar en las casas de quienes ponen voz a la esperanza. Así llegamos a la sala de los míticos integrantes de los Rolling Stones, a un living de Residente (ese de atrévete, salte del closet, destápate), nos enteramos del piano donde compone John Legend, supimos del paisaje que ve Maluma cuando despierta en su casa de descanso o dijimos “vaya terraza chula de Alexander Abreu”… Descubrimos las esquinas quizás más íntimas y preferidas de todos los que levantaron la mano para dar sus tonos, porque también eso ayuda.

Estremece la sensibilidad a puntos inusitados ver a los ídolos de toda la vida en la comodidad de sus hogares, vistiendo ropa más holgada que cara, priorizando un rostro de apoyo a una pose de espectáculo… sintiendo que están ahí, como cada uno de nosotros, luchando por salir adelante sin dejar a nadie en el camino. No importa si es “Latinoamérica”, “Regresaré” o “Quiero volver a verte”. Importa menos si es en español, en inglés o francés la letra de aquella canción que con los primeros acordes te plantan frente a la pantalla y no te despegan hasta el final. 

Lo importante, lo que de verdad cuenta, es encontrar en cada uno de esos temas, el motivo para mirar adelante y tener fe en un futuro mejor muy pronto. Porque solo por esta vez, desde el reggaetón hasta la música de cámara, se unen en un empeño común… #QuédateEnCasa no es un hashtag de moda, es el llamado de la humanidad. Y por suerte, está llegando con música. Aprovéchalo.  

Un challenge para dar la vuelta al mundo

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Un “challenge” para dar la vuelta al mundo

Por Zara Sánchez

No importa si metiste la cara en un plato de harina, si posaste con un almohadón toda divina, o si quisiste ser la Mona Lisa con los recursos que tenías a mano. Tal pareciera que es una fiebre generalizada y que todo es justificable, aunque seas alguien que no se presta a bromas, por el aislamiento prolongado.

Lo cierto es que durante el periodo de cuarentena obligatoria no han sido pocas las iniciativas que han recorrido el mundo, de extremo a extremo, cual pandemia. El fenómeno de interconexión a través de las redes sociales ha facilitado sobremanera que proliferen, en todo orden, los llamados retos. Y no solo los influencers habituales, famosos o youtubers que tienen una vida más activa en la red de redes…No. Esta vez, ha habido para escoger.

Tras la etiqueta #challenge… podemos encontrar ideas tan divertidas como ocurrentes. Desde las más clásicas, si así pudiese catalogarse, hasta las más atrevidas.

#10yearschallenge

Este, siendo uno de los más extendidos no solo en Cuba, sino en el mundo, seguido por estrellas de Hollywood, deportistas de grandes ligas o el vecino de la esquina, trajo de vuelta lo que hace poco fue moda también en las redes sociales. Publicar dos fotos, con diez años de diferencia, entre una y otra. Básicamente en esto consistía. Claro siempre hay quien va más allá, o está más aburrido, y recrea, exactamente la misma escena, incluso con las mismas ropas…

#artchallenge

Y qué decir de las imitaciones a obras de arte. Vale aclarar que la idea, luego de la suspensión de las actividades culturales en el mundo, el cierre de las instituciones y el entendimiento de que “la cultura también salva” fue lanzada por varios museos, como el Getty en Los Ángeles, y otros en Francia y Ámsterdam. Recrear, sin importar cual fuese, pinturas, esculturas o instalaciones relacionadas al mundo del arte con lo disponible en casa fue el reto esta vez. Y viral fue poco para lo que sucedió. Demostrando que la mente humana no tiene límites y que la creatividad es una fuente inagotable, los resultados hablan por sí solos…

#PillowChallenge

Como dato curioso el mundo de la “fashion” si se quiere ser más sofisticado, también se coló en la casas. Demasiado sencillo para no intentarlo. Solamente posar ante la cámara con un almohadón ajustado con un cinturón para evitar accidentes que mostraran demasiadas carnes, y cuanto accesorio quisiésemos acompañara la imagen, era este challenge. Divinas, las unas y las otras, trataron de demostrar que la belleza no tenía nada que ver con las marcas ni los diseños de alta costura…Aunque algunas de estas fotos se las traen…

Un challenge para bailar…

Por supuesto que la naturaleza del ser humano, va más allá de posar…ponerle movimiento se hacía inminente. Por eso, en tantísimas ocasiones, encontramos challenger reproduciendo coreografías, pasos de bailes, y hasta rutinas complicadas como para verdaderos profesionales. El reto era hacerlo bien, y el tiempo sobraba.

Tunturuntu pa´ tu casa, hace unos días se sumó a la iniciativa del baile con la conocida bailarina cubana Lía Rodríguez. La pasada semana vimos como enseñaba los pasos para replicar el #muchachachallenge del video de los populares Gente de Zona. Esta semana nos trae, #elcuartodetulachallenge. Montada sobre el emblemático tema de la trova tradicional cubana “El cuarto de Tula”, esta vez versionado para el sabroso disco Habana Meets Kingston, Lía apuesta por ponerle candela a las redes. Habrá que esperar para ver los resultados, pero de que promete, promete.

Y es que sobre todas las cosas, más allá de cuarentenas obligatorias, de distanciamientos sociales, o de pandemias horribles, el mundo necesita sentirse cerca. Quizás, lo más probable es que esta sea una de las formas más nobles de hacerlo, y divertidas, por qué no. Súmate, a la que más te guste, a la que más feliz te haga. Ver tv, leer un buen libro, hornear pasteles y reordenar regueros de años, también puede esperar un segundo, mientras te ríes con ganas, y tu challenge da la vuelta al mundo.

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