Por Sara Sánchez
No importa quizás saber que es un bailarín, actor, escritor y coreógrafo cubano, distinguido con el título de comendador de la Orden del Imperio Británico, ni que está casado y es padre de tres hijas, aunque ya nos hacemos una idea de la vida agitada que puede llevar.
Quizás saber que acumula prestigiosos premios, como la Medalla de Oro del Prix de Lausanne en 1990 o el Grand Prix de la 4ª bienal Concurso Internacional de Danza de Paris (1990), el Premio Vignale Danza en Italia (1990), el Premio Frédéric Chopin, otorgado por la Corporación Artística Polaca (1990), el Premio al Mérito en la Competición de Jóvenes Talentos, Positano, Italia (1991) o el Premio de Danza de la Fundación Princesa Grace, Estados Unidos, pudiera dar más pistas del trabajo incansable y su calidad artística. También, entre muchos, muchos otros hace unos días la revista norteamericana Dance Magazine reconocía su sólida carrera internacional con la concesión de su premio anual a él y a otros artistas negros. Si, también su color proyecta historia dentro de una élite mundial que se quita el sombrero ante sus presentaciones.
Y es que Carlos Acosta, nacido en un barrio que nunca lo abandona de La Habana, ha bailado con numerosas compañías, entre ellas la English National Ballet, el Ballet Nacional de Cuba, el Ballet de Houston y el American Ballet Theatre. También ha sido un miembro permanente del Royal Ballet de Londres desde 1998 y en 2003 fue promovido a principal bailarín invitado, una posición que redujo su compromiso con la compañía, permitiéndole concentrarse en otros ámbitos. Sin embargo, algo lo ha marcado indiscutiblemente en los últimos 5 años.
Pensar quizás una compañía que lo resumiera, junto a su camino por el largo mundo de la danza. Soñar otros modos de hacer que colocara a la danza cubana en los principales circuitos del arte escénico del mundo; enseñarles a los más grandes escenarios la calidad de sus bailarines y coreógrafos, de los músicos y artistas visuales de un país que llevó como piel en cada lugar que le hizo crecer. Y así anduvo…anda, con luz propia, cinco años después del nacimiento de Acosta Danza.
Cuentan los que estaban, que esa tarde del 28 de septiembre de 2015, un grupo de bailarines, venidos de varios lugares de Cuba, se encontraron en un salón de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso… que ese día recibieron la primera clase, impartida por el reconocido bailarín estadounidense Rasta Thomas. Que ese día arrancó el sueño.
Unas 24 semanas después de aquella tarde los artistas presentaron su debut escénico en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con la temporada Première, que integraba dos espectáculos diferentes. Durante esas noches, la sala principal del coliseo habanero no alcanzaba para amantes de la danza, ni para los interesados en disfrutar un espectáculo que durante días dio que hablar en la isla…
Quizás el camino escogido ha obligado a una carrera sin pausa, con no pocos obstáculos, muchas veces con el tiempo en contra y enfrentando cientos de avatares. Pero uno de los credos de la agrupación debe ser evitar que la adversidad impida que el público disfrute del mejor espectáculo posible… Eso es el arte comprometido.
En 14 temporadas en La Habana, varias actuaciones en la mayoría de las provincias del país y decenas de presentaciones en escenarios internacionales, Acosta Danza ha ofrecido un repertorio integrado por 29 obras, 17 de ellas estrenos mundiales y siete nunca antes vistas en Cuba… Lo que, a decir de la crítica mundial, siempre encantada con Acosta Danza, es meritorio de un aplauso cerrado.
El arte de los cubanos mediante esta compañía se ha robado la atención de importantes escenarios como los de la Royal Opera House, la Royal Albert Hall y el Teatro Sadler’s Wells del Reino Unido; el Teatro Nacional de China, el Chejov de Moscú o el New York City Center de Estados Unidos…. Así mismo han tenido a Acosta Danza en sus programas países como Los Emiratos Árabes Unidos, Polonia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania, Austria, Turquía, México, Chile, Luxemburgo, Francia y España… por solo mencionar algunos.
La razón es lo diverso talvez de sus presentaciones. El color, el sabor… la calidad. No cabe dudas al verlos sobre el escenario que los bailarines de Acosta Danza reciben un fuerte entrenamiento en ballet, técnica cubana de danza moderna y contemporánea… pero que también se han impartido en sus salones de su sede de Línea, en el Vedado, diversos talleres de folclor, bailes tradicionales y urbanos, danzas españolas, Técnica Graham, danzas barrocas y clases de actuación… Tiene que ser para verlos volar sobre el escenario.
A pesar que cinco años pudiera parecer poco, para Acosta Danza ha marcado un trayecto fuerte que lo hace respetado desde cualquier posición en los grandes escenarios del mundo. Porque ningún sueño lleva poco sudor, y ninguna gloria mínimo sacrificio.
Entonces, no importa quizás saber que es un bailarín, actor, escritor y coreógrafo cubano, distinguido con el título de comendador de la Orden del Imperio Británico, ni que está casado y es padre de tres hijas, aunque ya nos hacemos una idea de la vida agitada que puede llevar… pero si a eso le sumamos que es el motor vibrante detrás de Acosta Danza, sabríamos al instante que no estamos hablando de cualquier Carlos.