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Rompiendo los termómetros

Si algo brota en Cuba con espontaneidad, es la música. Pareciera que va en el ADN eso de percutir, cantar, tocar, crear y transmitir emociones. Hay quien cree que en este país hay un músico por cada 5 habitantes, una estadística quizás exagerada, pero cuyo trasfondo es resaltar el flow inherente a quienes nacen aquí.

Hay leyendas de la música internacional de todos los tiempos que tuvieron su cuna en la pequeña isla del Caribe, otras aún desandan los escenarios regalando arte, pero también retoñan cada vez más, nuevos talentos, como sacados debajo de la manga.

Hay una generación que hoy le “pone bomba” a las noches habaneras y en esa explosión hay de todo: continuidad, reciclaje, experimento, creatividad, invención, novedad…

En 2019 parecía que había un solo estribillo en toda Cuba: “Me voyyyypa’ mi casa, pero si tú quieres me voy pa’ la tuya”. Era la peculiar voz de Erik Iglesias, el popular Cimafunk, con el hit que puso a mover medio mundo.

Aunque novedosa, la música que se hace bajo el sello Cimafunk va y regresa desde y hacia los orígenes, mezcla dos tendencias: la afrocubana y la afroestadounidense en un producto único y fácil de distinguir. 

“Todos esos personajes, como Pérez Prado y Chano Pozo y toda esa locura dejaron huella”, añadió, refiriéndose a los innovadores musicales cubanos en una entrevista que hiciera The New York Times. “No solo penetró en los instrumentos, sino también en los ritmos vocales”, añadió.

Otro que bien hace lo suyo es Alain Pérez. Con nombre de actor, pero con alma de músico, Alain regresó a Cuba después de acompañar a Paco de Lucía y codearse por más de 20 años con músicos españoles. Mucho antes, Celia Cruz, Isaac Delgado, Juan Formell y Chucho Valdés habían confiado en su talento. 

Como tantos, también encontró en sus raíces guajiras la fórmula para hacer música popular bailable, una mezcla de salsa y ritmos con ecos de mambo o chachachá, pero experimentando con sonidos renovados. 

Otra particularidad es encontrar músicos que dominan varios instrumentos. Incluso, es habitual que las mujeres, por años desplazadas del arte en la historia universal, cosechen un virtuosismo peculiar. De que hay mujeres talentosas, las hay.

Brenda Navarrete es una de ellas, protagonista de fiestas de rumba y tambor en la capital. Las palabras sobran para hablar de ella, a Brenda hay que verla en escena: canta, baila, interpreta y percute tambores.

Viene de ObiniBatá, una agrupación de mujeres que trajeron a la escena artística, tambores que estaban consagrados a los hombres en la religión yoruba: los batá.

Con una base musical sólida con marcadas influencias de jazz latino y música afrocubana, Brenda también bebe de las tradiciones para extender sus alas a la música contemporánea del mundo. 

Apenas hemos alcanzado a abordar la carrera artística de tres músicos para sostener la hipótesis de que el panorama musical cubano actual está en constante evolución, sin desconocer las raíces.

Sin muchos más preámbulos: los termómetros se rompen con la música cubana. Por eso, este 22 de noviembre, mientras el mundo celebraba el Día de la Música, en Cuba las razones sobraron para los homenajes.