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Religión en Cuba: la virgen que nos une

Cuando los dolores de parto arreciaron, ella pensaba que se moría, me dice una amiga, con el rostro de quien no supera el susto. En un instante de lucidez dijo para sí misma que se encomendaba a “la virgen” y rogó por su vida en los pocos segundos que le dejaban las contracciones. Lo que sucediera con ella y su bebé, quedaba en manos divinas, alcanzó a pensar antes de desmayarse.

En la isla, es común que la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, se asocie con la fertilidad y la protección. Su arraigo en la cultura popular es histórico, pues desde las luchas de independencia se convirtió en escudo espiritual de los mambises, y en referente de la nación que querían construir.

No hay conexión mayor entre los cubanos esparcidos por todo el mundo, que la Virgen de la Caridad. Nada como esta deidad para desdibujar ideologías políticas y barreras entre los hijos de esta tierra.

En Santiago de Cuba donde se yergue el Santuario del Cobre, la Virgen tiene su casa, y es allí a donde acuden personas de todo el país, incluso del mundo, a consumar sus plegarias. En el templo, se pueden divisar estremecedoras ofrendas: trenzas, pañales, ropitas de bebé, camisetas de deportistas reconocidos, joyería valiosa, de todo…

Pero, también en Miami hay una Ermita consagrada a la Virgen que reúne a emigrados cubanos de todas las épocas. Asimismo, en el corazón de Madrid, en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, no faltan los girasoles para la Cachita cubana y así, en muchos lugares, los cubanos encuentran la forma de adorar a su Patrona.

Es un acto de fe rendir tributo a la figura religiosa más venerada por la nación, en un culto en el que se fusionan además elementos de la religión yoruba. A la Virgen de la Caridad la identificamos con Ochún, por ser la dueña del cobre, aparecer en la desembocadura de un río, tener tez bronceada, y porque entre los adornos de su vestimenta y atributos sobresalía el oro.

Según cuenta, Natalia Bolívar en su texto “Los orishas en Cuba”, en tiempos remotos la Iglesia Católica tomó las medidas de la imagen en cintas de raso para colocarlas en los vientres de las parturientas porque, se creía, así la Caridad del Cobre las protegía en el alumbramiento. Ochún es también la orisha protectora de las gestantes y parturientas.

Los rasgos propios del proceso de transculturación en la isla, tuvieron notable influencia en que justo hoy 8 de septiembre, mientras unos veneran a la Virgen, otros honran a Ochún, pero todos se unen en una misma voz para rogar por la bendición de quien, dicen, es dueña del amor, la riqueza, y el embarazo.

Después de mucho rogar, mi amiga tuvo a su pequeña en los brazos. Lo curioso es que ella nunca practicó religión alguna, ni un vaso espiritual tenía en su casa. Cuando le pregunto entonces, el porqué de aquella revelación, ella no logra explicarlo. Es que quizás hay cosas que se llevan la estirpe aun si saberlo. 

No importa el credo, el 8 de septiembre, muchos cubanos en cualquier geografía, pedimos tu bendición, madre.