Del 25 al 28 de septiembre de 2025, La Habana volvió a convertirse en un escenario abierto para la palabra improvisada. La cuarta edición del Encuentro de Improvisación Poética Oralitura Habana llenó la ciudad de décimas, controversias, freestyle y guateques, demostrando que la oralidad sigue siendo una de las expresiones más vibrantes y esenciales de la cultura cubana. El festival comenzó en el Pabellón Cuba con Convergencia, una exposición que entrelazó la mirada fotográfica de Roberto Chile con los versos de Alexis Díaz-Pimienta. La inauguración se transformó en celebración con el concierto Canciones con Pimienta, donde el dúo Buena Fe compartió escenario con el poeta-repentista, creando un puente natural entre la canción popular y la improvisación poética.
Más que un evento, Oralitura Habana fue también un homenaje a figuras y momentos clave de la tradición. Se evocaron los 70 años de la Controversia del Siglo entre El Indio Naborí y Angelito Valiente, los 25 años de la Cátedra Experimental de Poesía Improvisada, los 50 años del fallecimiento de Francisco Riverón y los 95 años del natalicio de Inocente Iznaga, “El Jilguero de Cienfuegos”. No fueron efemérides congeladas, sino raíces vivas que siguen alimentando un género capaz de dialogar con lo contemporáneo.
Durante cuatro días, plazas, teatros y escuelas se convirtieron en escenarios de controversias, talleres y conciertos. El público juvenil encontró en el Choque de Improvisadores un espacio único donde el repentismo tradicional se enfrentó al freestyle urbano, demostrando que la improvisación puede tender puentes entre generaciones y estilos. La ciudad fue un mapa de poesía viva: el Decimódromo nocturno, las actividades en Cojímar, la Colina Lenin en Regla, la Casa de las Américas. Por todos esos espacios pasaron voces como Yarima Blanco, Abel Geronés, Amanda Beatriz Ortega, Rosabell Pi y muchos otros, dibujando un mosaico de estilos y sensibilidades.
La clausura, en la Casa de las Américas, estuvo marcada por el concierto del cantautor español Pedro Pastor, quien compartió escenario con improvisadores cubanos en un final que no fue un cierre, sino una declaración de continuidad. Más que un punto final, se trató de una certeza: la improvisación es un lenguaje universal y en constante movimiento.
El director del festival, Alex Díaz Hernández, adelantó que Oralitura Habana seguirá creciendo con la aspiración de convertirse en un espacio multitudinario sin perder la cercanía y la esencia popular que lo caracterizan. El gran desafío será mantener viva la tradición de la décima mientras se abre a nuevas expresiones y a públicos diversos. Así, La Habana nos recordó una vez más que la improvisación no es solo arte del instante, sino memoria en construcción. En cada controversia y en cada verso espontáneo late una cultura que, como la décima, se reinventa sin dejar de ser raíz.
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