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Okantomi y sus aguas de islas

Seguir la intuición, me ha permitido acertar en muchas ocasiones, y no fue la excepción al acercarme a la nueva producción de OKAN, su tercer y último disco, estrenado en noviembre 2023, Okantomi. Vuelvo a las sonoridades, que pueden escucharse con admiración en cada balcón y reflejan la esencia de la mujer y la pasión hacia una isla.

Delante de mí se recrean imágenes, parece que entro en la casa, hay dos sillones que se mueven por inercia, se acaban de levantar Magdelys y Elizabeth; resuena al final del pasillo una melodía. Comienzo a caminar y hay una senda de caracoles que me llevan hasta el sonido. La sincronía nos envuelve para conversar sobre su nueva propuesta, ellas me confiesan que están felices de la aceptación del público, su música es para ellos. Una palabra singular las define, OKAN, cuyo significado es corazón en nuestra cultura y religión Afrocubana de santería.

La banda inició con la presentación de un EP, Laberinto, que cuenta con cinco canciones; para el sello canadiense Lulaworld Records, siendo esta una muestra de música y rumba cubana, distinguiendo el sonido propio de Cuba. Su primer álbum Sombra (Lulaworld Records), crea una identidad en la que se refleja un canto a la cubanía y a las tradiciones artísticas; que se observa de igual forma, en su tercera propuesta, el álbum Espiral (Lulaworld Records), estrenado en el año 2020.

Me comentan que la evolución ha sido con un ritmo estable, “estamos caminando poco, cada año un poquito más; pero sí sentimos la evolución. Nosotras hemos cambiado y nuestra música por ende ha cambiado también”.

Okantomi, cuyo significado es ʺCon todo mi corazónʺ, es el nuevo disco de la agrupación canadiense, conformada por las cubanas Magdelys Savigne (percusión y vocales) y Elizabeth Rodríguez (violín, vocales), radicadas en Canadá. Editado por la disquera canadiense Lulaworld Records. Presenta nueve canciones que entremezclan ritmos de tambores, violines, bajo, guitarra; instrumentos que, en sentido general, conforman una mística en la resonancia y aluden a nuestra tradición cultural. La propuesta permite un flujo musical que si bien refleja una herencia rítmica, emerge una mezcla con sonidos afrocubanos, identificando ritmos típicos como el güiro.

La idea de Okantomi llega en la pandemia, ahora me cuentan entre risas y siento la energía que experimenta todo el disco, la complicidad con la que entregan su arte. Fue un álbum que llevó 3 años en el proceso; fue durante el Covid-19, en este tiempo también se embarazó la pareja, fue un proceso muy íntimo.

Llego a un cuarto imaginario que ha sido conformado con telas de color azul y amarillo, siento la intensidad en las voces de las que hoy, parece que cantan como diosas. Afuera escucho las olas que resuenan sobre el muro del malecón, junto a ellas suena una conga y comienzan a arrollar todos los que la escuchan a su paso. En el balcón un violín, un bajo, un piano y una batería; comienza la rumba con la orden de “rómpelo que pa´ eso lo compraste”.

Hogar es la palabra que me inspira esta nueva propuesta y de esa forma siento un lenguaje rítmico que aflora sentimientos de esperanzas, pero en las casas, también hay paredes que a veces no podemos derrumbar.

La maternidad es un punto recurrente desde diferentes puntos de vistas, me dice Elizabeth “Oriki Oshun es un ruego por la bendición del deseo de ser madres, luego de pérdidas y de cómo procesamos esas pérdidas; Guerrero es una canción que Magdelys le dedica a su hijo, y la maternidad que nos permitió cambiar nuestra música, otra manera de inspirarnos y crear; que antes era inexplorado, solo un deseo y se materializó en Orum (su hijo) ; el ritmo de creación, añadiendo algo más, es un camino paralelo que hemos tenido que incorporar en esta vida de mujeres artistas para mantener la carrera y la vida personal”.

Eshu Nigüe, canción que sirve de antesala al disco refleja la cubanía, se escucha un ritmo mestizo, como la raíz de nuestros orígenes. Se abre paso al disco con una canción a Eleggua como muestra del signficado a la deidad que abre los caminos y pronostica una escritura de sonidos para todo aquel que se sienta lejos del hogar.

La Reina del Norte, canción con más vistas en Youtube hasta el momento, rompe con una conga que nos impulsa a bailar, cargada de identidad cubana, ritmos del folclor africano con una mezcla de música sinfónica. A coro de “Ríe, goza, la vida es hermosa”; nos llama a la armonía y a la unión que como región necesitamos.

Se entremezcla entre canciones un marcado rezo que si bien nos remite a nuestra sensación de isla y desarraigo, trae recuerdos de aquellos que se quedan en la orilla, mientras observan cómo se alejan muchos, como una botella con una promesa dentro, lanzada al mar.

Okantomi, canción que da nombre al disco, combina, como punto constante, sonidos de piano, violines, tumbadoras que reflejan expresiones identitarias. Como mensaje expone el cierre de una etapa en la que, quizá se ha sufrido pero también hay lecciones, para crear una verdad a través de la música. Este tema llega a mí como cuándo se disipa una tormenta y finalmente se puede ver todo aquello a lo que por miedo no queríamos acercarnos.

“A los orishas se les canta para mantener la conexión con nuestras raíces, pero va más allá del tema religioso, los ritmos, las ideas que nos devuelven; y queremos enseñarle eso al mundo. La herencia cultural que tenemos, que gracias a esas combinaciones, la forma en la que nos fue entregada, rendir homenaje a esta parte nuestra que tanto se rechazó en momentos determinados de nuestras vidas y ha sido una reconexión con varios puntos de nuestras vidas”, me comenta Magdelys.

Guerrero, es un canto a la esperanza, la música instrumental suena como parte de una cultura de resistencia, aferrándose al sabor propio como símbolo distintivo. Oriki Oshun, comienza con un ritmo suave, inspirándonos al descanso que es necesario antes de crear una vida, aunque se destaca la fuerza identitaria dentro de la simplicidad. El sonido hace referencia a Oshun, diosa de la fertilidad, lo que permite honrar el amor, la abundancia y la feminidad; como rige la patrona de Cuba.

No volví, nos asoma al contexto que hilvana cada historia de un emigrante cubano, que idealiza la imagen de una ciudad que poco a poco va desmantelando su esencia, y deja caer todo, sobre un mar que parece sostenerlo; en este tema participan las vocalistas cubanas Daymé Arocena y Marta Elena, el guitarrista Pablosky Rosales y el compositor Tony Riverón.

Preludio y Changüí, presenta una combincación de música clásica y changüí, brinda a su vez un lenguaje como vehículo y acercamiento a una audiencia a nuevas formas artística. En A Solas contigo, aflora una mujer que encuentra en la música y en su camino el bálsamo para sanar.

Como invitados y colaborades del disco se encuentran: Elizabeth Herrera Rodríguez- violin, vocales, arreglos˸ Magdelys Savigne- percusión, vocales, arreglos;Jeremy Lendbetter- piano; Roberto Riveron – bajo;Frank Martíne- batería. Amado Dedeu García: percusionista, Anh Phung: flautista, Dayme Arocena, Dayan Ogbe Alara: percusionista, Eliana Cuevas: intérprete venezolano-canadiense, Elmer Ferrer: guitarrista, Jorge Betancourt, Kathryn Knowles: chelista, Lara St. John: violinista, Luis Deniz: saxofonista , Marta Elena: intérprete cubana, Pablosky Rosales: saxofonistaTony Riverón: intrumentista, Reimundo Sosa: percusionista, Roberto Riverón: bajista, Sarah DeNiverville: violinista.

De forma general las canciones que incluye el disco son: Eshu Nigüe(Eleggua); La Reina Del Norte; Okantomi; Guerrero; Oriki Oshun; No volví; Preludio y Changüí; A Solas Contigo; Reina Conga Outro.

“Cantarle a Cuba desde la lejanía se siente liberador –me confiesan ambas –, le cantamos desde todos sus colores, con todo lo que representa: cultura, amor, maternidad, poder decir y expresar exactamente lo que sentimos y lo que vivimos como seres humanos y sin tener miedo de poder decirlo todo. Desde la libertad de honrar nuestra libertad y nuestra verdad, desde la lejanía se pueden crear muchos proyectos sin tener tantas restricciones”.

Delante de mí se disipa una tormenta a paso de conga, observo a mi cuerpo bailar, encuentro el refugio en aguas cálidas, aguas de islas. Dentro de la intersubjetividad de las canciones, las autoras, vuelven a las raíces como mujer, desbordan cierto lirismo en sus gargantas, cuya vitalidad realza la mezcla propia del Caribe. Se va formando a fuerza de cuerdas la imagen de una diosa, me extiende su mano que me llama a la danza o a la guerra.

Por: María Karla Larrondo González