A las 7:00 de la tarde, en Arrecife, un restaurante de La Habana muy cercano a la costa, nos reunimos con Martín Aguilera. Conversamos un poco, disfrutamos de la cena y luego comenzamos a hablar sobre The enchanted masquerade, un proyecto fílmico creado por él. Se trata de una propuesta que integra las diferentes formas del arte (actuación, danza, música, literatura) en un espacio marcado por el deseo y la renuncia.
Era 6 de diciembre de 2023 y Martín había acabado de llegar a Cuba para el estreno de un cortometraje inicial con el mismo nombre, estreno que sería unos días después. Ver como un artista habla de su obra es siempre un camino hacia la sensibilidad y la introspección. El 10 de diciembre de 2023 fue estrenado en Urangas`café, en un evento íntimo, el primer producto audiovisual de The enchanted masquerade. Por esta razón y para conocer un poco más del proyecto nos acercamos a Martín Aguilera.
Martín, ¿qué significa para ti, como artista, crear un producto que refleje el arte en sus diferentes formas y dentro de un contexto personal?
‹‹Es un honor poder contribuir a lo que llamamos arte y mostrar esa combinación entre sus diferentes manifestaciones. Quería hacer algo grande con este proyecto que tiene como centro la música cubana, una de las cosas que pretendo resaltar desde el primer momento. Como artista, no pienso mucho en mí, esto sigue siendo un sueño que me acompaña cada día y siento que aún queda mucho por lograr››.
Siendo mexicano-americano, ¿cómo surge el interés por venir a Cuba?
‹‹Cuba siempre ha tenido algo de misterio para mí; algo atractivo, seductivo, prohibido, incluso. Me resultaba un lugar históricamente interesante a nivel mundial. La primera vez que vine fue en 2018. Ese año se realizó en San Diego, mi ciudad, un festival de música y danza cubanas, cuyo organizador invitó a varios artistas de la isla; fue mi primer encuentro con el arte de Cuba y me impactó mucho. Pude ver cómo aquellos artistas, aún lejos de su tierra, conservaban sus raíces y las hacían visibles. Al crecer en Estados Unidos, aquella primera experiencia me hizo reflexionar sobre qué tanto he perdido yo de mi de mi propia historia, de mi cultura y mis raíces mexicanas. Sentía un gran vacío. Entonces, dije, quiero conocer más. Venir fue una manera de llenar ese espacio. Llegué a Cuba y me cambió la vida. Estar acá me devuelve, un poco, mi identidad como latino, y no quiero perder eso››.
¿Qué supone para ti haber trabajado con un equipo cubano, en su mayoría?
‹‹Eso me hace muy feliz. Respiro aliviado y orgulloso de haber trabajado con gente tan talentosa, gente que admiro y respeto, que ha estudiado y puesto sus mejores energías. Ustedes, los artistas cubanos, tienen un nivel alto.»
¿Cómo veías a Cuba antes del proyecto de filme y cómo la ves ahora?
‹‹Cuando amas tanto algo, llega un punto en el que duele. A veces, estar aquí duele. De alguna manera eso me atrae más; quizás ser mexicano me hace sentir atraído por el amor, el dolor: esa mezcla, como el picante. Cuba, el mito, es precioso. Lo demás muchas veces te quiebra el corazón; y este proyecto, lejos de cualquier tema político, también busca dar un poco de luz. Por eso me siento tan orgulloso. Cuba sigue ofreciendo muchas cosas positivas››.
¿Qué tan importante crees que sea contar con un buen guion?
‹‹Un buen guion es la base. En este caso, fue lo que más tiempo tomó. Es la etapa donde se descubre y define todo lo demás››.
Si te preguntara sólo una cosa que te hubiese gustado hacer diferente durante este trabajo, ¿qué sería?
‹‹El proyecto se hizo con un presupuesto bastante reducido. La verdad me hubiese encantado lograr algo más grande. Incluso así, estoy muy feliz con lo que hemos ido logrando››.
La esperanza y el miedo confluyen en Martín. Un personaje como la línea de una alfombra: en el centro se hilvanan los hilos y afuera se dispersan. Entre los valores que lo conforman, resalta la lealtad que profesa a sus propios sentimientos. En él confluye toda esperanza de cambio, todo sacrificio. Cuando un artista reconoce el arma que lo daña, tiene sólo dos opciones: crear arte con su sangre, o renunciar a los vestigios de la herida y proteger su rostro del dolor.
Decidiste transferir tu nombre al personaje que interpretas en el proyecto pero… ¿qué tanto hay de ti en el Martín que muestras en el audiovisual?
‹‹Martín sigue siendo—y será siempre—romántico y apasionado. Eso no varía. Es un personaje enamorado, que busca en ese amor el impulso para enfrentarse al escenario y a la vida. Todavía creo en eso. En cambio, el Martín del cortometraje y del proyecto es bastante tolerante; creo que esa es la única diferencia con el Martín real. Yo no me volvería a permitir ponerme en una situación así››.
Un artista puede enamorarse de un objeto. Entonces, si ese vínculo persiste, surge otra historia que arropa el recorrido hacia el final. Así sucedió con las máscaras. El misterio, la risa y el erotismo convergen en sus bordes. No puede imaginarse este trabajo sin la plasticidad que envuelve los rostros de sus personajes. Rostros cubiertos. Rostros infelices. Rostros que se apegan al cuero, para después deshacerse y quedar huérfanos de historia.
Lograr la complicidad técnica y dramatúrgica entre todos los elementos de un producto audiovisual no es algo fácil. Había que acompañar la idea original con una banda sonora que apoyara el lenguaje corporal de los personajes, la ejecución de los diferentes ritmos y estilos, por tratarse de una obra que, además de contar una historia real, acontece en un ambiente artístico. Cabe mencionar el papel transformador de la música; en ella recae el poder dramático del proyecto y determina la creación de una atmósfera que deviene objetivo indispensable desde su concepción.
Con respecto a la música, era preciso seleccionar aquellas piezas que complementaran dramatúrgicamente el curso de la historia. Así, fue posible contactar con los músicos de las agrupaciones cuyos temas fueron incluidos en la banda sonora, quienes aceptaron y permitieron acompañar el proyecto con algunas de sus obras. De esta forma, se pueden escuchar en el corto canciones tan populares y reconocidas por el público cubano como ¡Qué sorpresa!, del entrañable Juan Formell y Los Van Van, un tema nacido en 1994 y luego interpretado por Alexander Abreu y Havana D’ Primera algunos años después.
¿Qué quisieras que los espectadores tuvieran en cuenta antes de ver este material?
‹‹Me gustaría que lo viesen también como un homenaje a su cultura, a su música, refiriéndome al público cubano. ¿Por qué no producir un drama con música y danza cubanas? Escucho la rumba, la timba, el son… y pienso en imágenes que me encantaría mostrar. Quiero enseñarle a la gente que no hay que tener miedo de atreverse a crear un producto así, algo más grande con esa premisa. No hablo de un documental, documentales ya se han hecho, hablo de un proyecto que resalte el trabajo de tantos artistas. Ya es tiempo de crear más cosas así››.
¿Cómo te sientes ahora que estamos a pocos días de estrenar el cortometraje en La Habana?
‹‹Siento mil cosas, la verdad. Soy una persona bastante nerviosa, pero de momento me siento tranquilo, y eso me da un poco de miedo porque no me gusta estar confiado de más. Normalmente me prepararía, ensayaría; sin embargo, estoy aprendiendo a hacer las cosas sin previo ensayo, hablar desde el corazón. Hemos trabajado mucho para esto y quiero que sea lo más orgánico posible. Agradecido: esa es la palabra que mejor describe mi estado ahora mismo, unos días antes del estreno››.
¿Usarías máscaras en un próximo espectáculo? ¿Es Martín un hombre de máscaras?
‹‹Diría la escritora Shabely Botello que mi máscara es mi arte, y es verdad. Estoy en proceso de crecimiento, pero siempre recuerdo al Martín de antes. Actuar, escribir, bailar, me permite hacer cosas que el Martín de hace unos años jamás hubiera imaginado. Entonces, quizás no literalmente, pero cada vez que me pongo una máscara, puedo decir que me convierto en artista››. Este año el equipo de trabajo se prepara para la producción y realización de una miniserie. Cuida cada detalle para lograr una pieza tan volátil como hermosa, donde las máscaras caigan al suelo sin romperse y el espectador pueda convertirse en personaje y sentirse arropado por la música.
¿Qué quisieras lograr durante esta nueva fase del proyecto?
‹‹Quisiera continuar elevando la música y la cultura cubana en general. Involucrar talento cubano, gente creativa y capaz de alcanzar buenos resultados, al tiempo que ponen en alto la cultura de su país. Llevar todo eso al cine. Ese es el medio que considero tiene más impacto en estos tiempos. La próxima fase pretende lograr algo más grande, algo mejor››