Por Sara Sánchez
Alguna vez escuché que si deseas algo con mucha, mucha fuerza la vida no tiene otra opción. Te lo concede. Quizás fue ese el empeño que un grupo de soñadores le impregnaron a un proyecto digital que dio sus primeros pasos en Instagram. Pasos discretos. Unos cuantos post relacionados a la cultura cubana, a esa que todos conocemos porque es de dominio común. Un año después, y luego de muchos avatares, una pandemia que removió el mundo y otras tantas manos sumadas, Tunturuntu ya se mueve entre los ámbitos de las plataformas digitales, que desde la seriedad y el respeto, ofrecen una mirada abarcadora sobre el amplio panorama sinestésico que envuelve la mayor de las Antillas.
Y es que se trabajó y se trabaja, para contar esa otra versión de Cuba que no está en las postales de turismo. Pensar un país que desde la cultura, una de sus mayores fortalezas, es más que sitios conocidos. Un país que es más que ron, playa, tabaco y mulatas. Más que la Plaza de la Revolución, La Catedral de La Habana y la Bodeguita del Medio. Más que Trinidad, Varadero y Viñales. Más, también, que Celia Cruz y el Buena Vista Social Club. Y tratar que, sin dejar de ser todo eso a la vez, porque lo es, podamos encontrar otros resquicios, que nos cuenten una Cuba más nuestra, más de todos.
Ese fue el reto, tratar de crecer sin perder el rumbo. Caminar sobre temas, más que de interés, de sentimientos. Entregar en cada palabra que se compartía al público, un pedazo de la isla que todos queremos, sin vender el alma. Abrir ojos sobre figuras y hechos olvidados en una tierra que en buena parte, es quien es, por esas figuras y esos hechos. Arrojar luz sobre puntos de silencio, eso además pretendió Tunturuntu. Y no importa si siempre lo logra, lo que vale es que siempre lo intenta.
Encontrar en la música, en las artes plásticas, en la escena o el audiovisual, por mencionar algunos, el pretexto para acercarnos a un público diverso, ha resultado, más que un desafío, un impulso colectivo. Estar al tanto del universo de información que mueve Cuba desde el arte, y acomodarlo para que fuera atractivo, fresco, novedoso, cuanto menos, ha sido una carrera de resistencia. Saber tirar de ese hilo que mueve sensibilidades, que toca fibras, que motiva, desde los ámbitos de la creación, sigue enseñando a todos cual escuela. Porque eso es lo que sucede cuando se trabaja con ganas, se crece.
Sobrevivir a tiempos duros, de encierro obligatorio, ha sido parte indiscutible del desarrollo de este proyecto que cree que la cultura salva, y lo ha demostrado. Encontrar en decenas de conciertos online, de clases de baile o de cocina, de charlas con cineastas o activistas de la Comunidad LGBTQ+, el espacio para aportar desde el hacer, no solo a los cubanos isla adentro, sino de todo el orbe, sigue siendo una prueba. Contarles de las “reinas de Cuba”, de los espacios de creación artística que no son visibles en los diarios que circulan o de la nostalgia de las viejas canciones del feeling que quedan en una gaveta, ha sido, más que encantador, un sorbo de aire fresco.
Parece poco y ya han pasado más de 360 días en una rueda que no perdona. Pero el tiempo se ha encargado de ponerlo todo en su sitio. “Tunturuntu”, devenido del argot popular, es más que una plataforma digital, porque es una comunidad. Una asociación de amigos, de gente querida, que se levanta todos los días creyendo que un mundo mejor es posible, y pensando como dejarte un pedazo de la tierra que le inspiró para nacer. Por eso no se detiene, porque los sueños se cumplen, y un año ha servido para comprobarlo. Feliz Aniversariooooo!!!!!!