Esta vez, eso de… “la Habana en diciembre huele a cine…”, peligraba. Como ha tambaleado todo en unos meses atravesados por una pandemia que, a ciencia cierta, aun no tiene para cuando parar, también lo hizo uno de los espacios más añorados por el público cubano y de la región. Por suerte La Habana, esa capital enigmática, de esta isla también enigmática, parece tocada por la gracias de un resguardo mayor, y la situación no llega a extremos. Por más de cuatro décadas, el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano (y cabe ya del mundo), ocupa las noticias del último mes del año en la mayor de las Antillas. Convirtiéndose en uno de los eventos más prestigiosos del circuito, era inaudito que no se realizara presencial. O se proyectaban los filmes (con restricciones, claro) o no habría festival. Seguramente la decisión no fue cosa de un día, pero para gloria de los amantes del séptimo arte, será.

En unas horas, del 3 al 13 de diciembre arrancará la 42 edición de un evento, que si bien trae consigo una muestra sólida de los últimos filmes, documentales, cortos, etc, realizados en Latinoamérica y otras partes del mundo, también sumerge a La Habana, en una atmósfera de expectación y camaradería, que es fácilmente reconocible. Este año, obvio, será diferente…no habrá colas de cuadras y cuadras, no andaremos en tropa con pasaportes de 10 entradas, será difícil encontrarse directores y actores reconocidísimos en las presentaciones o tomando un mojito en el Hotel Nacional como suele suceder. Habrá Festival, sí, pero atravesado por la pandemia.

El mayor reto pudo haber sido repensar el Festival en el contexto actual, -aseguró su presidente en una rueda de prensa- para mantenerlo como ya es tradición en su temporada habitual, de modo que hizo falta además modernizar conceptos y aprovechar al máximo las posibilidades tecnológicas para lograrlo. Por tal razón quizás, se decidió convocar el evento en dos etapas.

La primera de ellas ahora en diciembre, con el acostumbrado acercamiento al panorama latinoamericano, y la exhibición de más de 90 filmes, 92 para ser exactos. No faltaran por supuesto las presentaciones especiales, aunque en menor medida, y también un apartado para cortos audiovisuales. Esta etapa del Festival incluye además un homenaje a dos figuras esenciales del panorama cinematográfico cubano, Juan Padrón y Paco Prats, esos imprescindibles en los créditos de los mayores logros de la animación cubana.

No todas las salas tampoco abrirán sus puertas. Disponibles: La Rampa, el Yara, el Riviera, el cine 23 y 12 y el Acacapulco, este último sede de la inauguración que por primera vez se transmitirá en vivo por la Televisión Cubana… y ya se anuncia que será “La última cena” (Tomas Gutierrez Alea; 1976), en copia restaurada por el Archivo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Los Ángeles en coordinación con la Cinemateca de Cuba y el ICAIC, quien hará los honores.

Para marzo queda la otra etapa. Del 11 al 21 de ese mes, se desarrollará la mayoría de los concursos y actividades colaterales relacionadas a la industria del cine. Pero de eso, ya traeremos noticias en su tiempo. Dejarles una recomendación, de algunas de las cintas de los próximos días que podrán ser vistas en La Habana, será quizás lo mejor, en este diciembre, que, por suerte, aún tiene aroma a cine…