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La poesía no quiere adeptos, quiere amantes…decía el poeta.

Por Sara Sánchez

 

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Dicen que ese 18 de agosto de 1936, lo fusilaron por “ser espía de los rusos, ser republicano y homosexual”… Otros dicen que “por Masón y Socialista”… Lo que concuerda en todos los informes, es que está muerto, muy muerto, por amar a los hombres.  Y que a tan solo un mes después del golpe de Estado que detonaría la Guerra Civil Española, era asesinado por el Franquismo quien se considera por muchos hoy el poeta más influyente de España en el siglo XX.

Una de las caras más visibles de la Generación del 27, aquellos que se reconocen por unir el pasado con el futuro cercano en zonas de la poesía, por hablar de la muerte, la injusticia y la miseria sin mencionar esas palabras… A los que les fue la vida en las metáforas y las imágenes literarias…

«El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta», escribió alguna vez como claro derrotero de un final presentido y doloroso. Porque probablemente, si de algo sabía, era de amor y de despedidas. La seducción también era lo suyo, capaz de encandilar a cualquiera con su conocimiento de la poesía española, sus cantos o incluso sus juegos de palabras. Tan sólo 38 años vivió, o le dejaron vivir… en esa misma tierra que todo le dio, y que también todo se lo arrebató.

Su obra no se agota solo en su faceta lirica ya que también fue un destacado dramaturgo. Compuso obras tan actuales, tan representadas y tan admiradas hasta nuestros días, como Mariana Pineda (1927) que trata sobre una heroína libertaria enfrentada a la restauración absolutista en el siglo diecinueve. Bodas de sangre (1933) tragedia que elabora, desde una perspectiva mítica y legendaria, la pugna eterna entre el amor como fuerza de vida y la muerte; y la tragedia más conocida de todas La Casa de Bernarda Alba, escrita en 1936 y estrenada en Buenos Aires en 1945. Obra donde el fanatismo religioso, la intransigencia y la violencia de la “España profunda”, así como también la jerarquía social y la fuerza del dinero, impiden a las mujeres entregarse a sus pasiones y a cometer sus propios errores. Por escribir de esto, y más, con la libertad que le permitió su mano y su mente, le mataron.

Alguien dice que es a su tiempo lo que los libros son al pueblo. Luz. Era alimento, como el pan, de inspiración, de arte, de cultura. Su paso por la capital madrileña ya llamó la atención de los intelectuales del momento, aunque no durante todo el tiempo que le hubiera gustado. Súbitamente, algo cambió: llegó la guerra, las venganzas familiares afloraron y la libertad que empezaba a acariciar en sus años de juventud se truncó por completo.

Un lejano pueblito de Granada capital, fue el inicio de su ascenso a la eternidad, y su transito definitivo también. En Huerta de San Vicente,posiblementeel lugar más determinante de su vida, se escribieron obras como Yerma, la ya mencionada Bodas de sangre, el Romancero gitano, Doña Rosita la Soltera, El Público o Así que pasen cinco años. Además, fue este sitio, su última parada antes de huira donde fue arrestado.

Según la historia, fusilaron al artista dos días después de su detención en lo que otrora fuera una casa de verano para niños, y luego, estandarte del poder nacionalista. Como muchos antes que él, el final del poeta fue el peor posible: fusilado en un lugar que a día de hoy sigue sin estar claro, más allá del conocimiento de que ocurrió a uno o dos kilómetros de distancia del encierro. Algunos dicen que con tres más, fue ejecutado, pero la soledad de saber el final, debió haber sido mayor que todo eso.

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Ha sido y es un icono de la poesía española, pero los recuerdos que se guardan de él no solo hablan de la primavera y de su bella Granada… Esa que cada año le llora. Hay un pensamiento más doloroso y atemporal que, a pesar de los esfuerzos por borrarlo, no ha hecho más que crecer: Es un símbolo de los desaparecidos. Y como ellos, hasta el día de hoy descansa en una fosa común. Lo real es que su cuerpo, sigue a 20 centímetros bajo tierra de la verdad, y le rondan tantos misterios como le quedó por vivir.

Federico García Lorca, el poeta de los que nada tienen, está presente en ese irrenunciable deseo de cambiar el mundo que por suerte aun algunos llevamos. Todavía, 84 años después, sigue siendo como un faro de libertad en la oscura noche… Y encanta, ilumina, ajusticia en cada letra. Porque Federico no ha muerto, lo mataron pensando que podían matar al amor…