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La Hora Novena: expectativas de un estreno mundial.

Desde el 15 de abril, el Ballet Nacional de Cuba ha abierto sus puertas para presentar un nuevo programa de funciones, bajo la dirección de Viengsa y Valdés en la sala Avellaneda del Teatro Nacional. Estas funciones comprendían en ellas dos piezas de la compañía que anteriormente habían sido todo un éxito: Sinfonía para nueve hombres, creación del coreógrafo norteamericano James Kelly, y La forma del rojo, obra de Ely Regina Hernández; junto con el estreno mundial La Hora Novena, una obra de la coreógrafa británica Gemma Bond. Los bailarines fueron rigurosamente escogidos y la selección estuvo encabezada por la primera bailarina Anette Delgado, junto a Daniela Gómez, Darío Hernández y muchos de los más reconocidos dentro del ballet en Cuba.

Por su parte, La forma del rojo utilizó música de EzioBosso, tal y como había empleado en sus presentaciones anteriores y Sinfonía para nueve hombres tuvo como base música de Apocalyptica. La primera de estas dos piezas, si bien se rige por ideas abstractas apoyadas en un vestuario rojo, transmite una gama de sentimientos que, con una fuerza tremenda, pasan de la pasión a la ira y al dolor de una forma rápida y certera. La segunda se desarrolló con la intención de darle a la figura masculina todos los papeles de la obra para enseñar la gran técnica de los bailarines, que pasa de tener una voluntad arrolladora a ser delicada y tierna.

Aunque las dos primeras presentaciones eran muy llamativas y hermosas, todas las miradas estuvieron puestas la última pieza, La hora novena, pues era la que por vez primera se presentaba al público. Además, es este un momento importante para la historia del ballet en nuestro país, pues por primera vez el Ballet Nacional de Cuba trabaja en un escenario con el coro del Teatro Lírico Rodrigo Prats, Es esta una de las grandes agrupaciones líricas cubanas que se encuentra a cargo de Ensemble Vocal Luna y como fondo musical para la pieza presentan fragmentos de La pasión según San Mateo, de Johan Sebastián Bach, y evocan la muerte de Jesús en la cruz. Resulta evidente, entonces, el trasfondo de carácter espiritual de la obra.

Si bien la coreógrafa, como amante de las metáforas y lo abstracto, logra que los bailarines se expresan mediante gestos e imágenes que rozan lo simbólico, la pieza logra enseñar de distintas perspectivas la búsqueda del hombre, tanto hacia el interior de sí mismo cuando intenta encontrar significados y reinterpretar su vida cormo hacia el exterior, cuando se crea un camino para hallar todo lo que le falta. El juego que se realiza entre luces y sombras acentúa la atmósfera dramática y funciona como juego para el desarrollo de esa obra que desde lo abstracto evoca a las interioridades del ser humano que tienen un papel central en la búsqueda que día a día realiza el hombre.