La vida es una película contada por su sirviente más fiel: forma, fotografía, guion, actores, luces… y, para el engranaje, la dirección. La esencia de crear se sumerge como un embrión donde la mujer da vida; de ahí nace mi admiración por este proyecto, La Burbuja Lab, idea que conocí hace apenas unos meses.
Mientras realizo una pequeña investigación para este artículo, las primeras fotos que aparecen cuando pongo en el motor de búsqueda “directoras de cine en Cuba” son de nuestros grandes directores. De ahí surge un pequeño llamado a reflexionar sobre cómo la dirección de cine ha estado sesgada por la creación masculina. Incidir, entonces, en iniciativas como esta resulta de vital importancia para la visibilidad de la creación y producción cinematográfica realizada por mujeres.
Sara Gómez fue la primera directora del ICAIC y una figura clave del cine revolucionario; es considerada pionera dentro del cine cubano. Rebeca Chávez, gran documentalista, ha caracterizado su obra por una profunda investigación histórica y un compromiso con la memoria colectiva. Marilyn Solaya, directora, guionista y productora, posee una sensibilidad muy especial y única para abordar temas sociales complejos y, a menudo, silenciados, como la diversidad sexual, la identidad de género y el feminismo. Magda González Grau, realizadora, guionista y directora de doblaje de la televisión cubana, así como realizadora de cine y televisión, es otro de los nombres que vislumbran el trabajo de las mujeres en la dirección en Cuba.
Llega entonces esta iniciativa, creada por la actriz, directora y productora Rosa María Rodríguez. La primera edición de este laboratorio se realizó en la Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV) de San Antonio de los Baños, en Cuba; tuvo lugar en febrero de 2024. La Burbuja Lab nace con el objetivo de dar visibilidad a proyectos de cine de Cuba, Centroamérica y el Caribe hechos por mujeres. Cuenta con el apoyo del Fondo de Solidaridad para Proyectos Innovadores (FSPI) de Francia en Cuba, otras productoras independientes y aliados nacionales e internacionales.
Este proyecto, hasta el momento, se desarrolla a través de residencias en las que las cineastas de los proyectos seleccionados tienen la oportunidad de recibir asesorías de dirección, producción y guion; clases magistrales y encuentros con redes de mujeres para fortalecer el pensamiento colectivo desde y para la mujer; así como encuentros que fomentan la creación y establecen alianzas para asistir a otros laboratorios de creación y mercados internacionales.
La vida transcurre en planos simultáneos, ofreciendo colores, sensaciones y nuevos caminos a la creación dentro del cine. Lo indescifrable cobra vida en mundos irreconocibles cuando nos permitimos verlo, cuando existen voces que desean contarlo.
Uno de los últimos ejercicios realizados por el laboratorio fue el Taller Cine Espejo, donde doce cineastas se imbricaron para crear desde sus experiencias personales. Todo lo que vemos tiene un período de tiempo de creación; estas películas enmarcan mucho más que conflictos o historias ficcionales: hablan de sus creadoras, y eso también trae respuestas.
Reconocer es una de las labores fundamentales para el cambio; crear con herramientas objetivas y un diálogo eficaz representa el punto correcto para dar vida y, por qué no, hacer cine.
María Karla Larrondo González