La mañana de este viernes, 6 de mayo, se ha visto nublada por un trágico acontecimiento que marcó profundamente la vida y la historia de todos los cubanos. Entre tanto polvo y confusión, muchos tardaron en darse cuenta de lo que estaba sucediendo y de cuán grave era: había explotado el hotel Saratoga, uno de los lugares más emblemáticos de la Habana tanto por la ubicación que tiene como por su historia. Cuando empezó a disiparse el humo, se impuso la triste realidad de que gran parte del edificio se había perdido y que, con su caída, había provocado grandes daños en las edificaciones cercanas y lamentablemente también heridas severas a algunas personas junto varias a decenas de muertos. Según distintos medios, se presume que el estallido sucedió debido a una falla ocurrida mientras un camión cisterna abastecía gas licuado al hotel, aunque aún se investigan cuáles los motivos exactos por los cuales pasó esta catástrofe.
La explosión llevó consigo una marea de confusión y preocupación, y mientras algunos se alejaron del lugar de los hechos, otros se acercaron para averiguar si podían rescatar a algunos de los heridos que habían quedado atrapados. Además, como no solo el hotel fue el afectado, sino también varios edificios alrededor, fue necesario evacuar a todos aquellos que se encontraban dentro de los sitios afectados, entre los que se encontraban varias viviendas que quedaron prácticamente destruidas, una iglesia y la escuela primaria Concepción Arenal, en la que se estaban impartiendo clases en el momento en el cual ocurrieron los hechos. Por suerte, gracias a los trabajadores de la escuela y a quienes se encontraban cerca, todos los que se encontraban en esa instalación pudieron ser movidos rápidamente hacia el Capitolio y otros edificios que no habían sufrido grandes daños.
Los equipos de bomberos, de la defensa civil y el equipo de Rescate y Salvamento junto a patrullas caninas, que vinieron desde distintos lugares de Occidente, llegaron minutos después de ocurrido el suceso y ha estado trabajando, sin descanso alguno, por encontrar sobrevivientes y localizar los cuerpos sin vida que quedan bajo los escombros. Es una labor riesgosa y dura, que han asumido con rigurosidad y gracias a ello han logrado salvar a gran parte de los heridos que hoy se encuentran en los hospitales recuperándose. Son estas grandes personas nuestros grandes héroes, los que salen una vez más a salvar a quién lo necesita, sin buscar reconocimiento o mérito alguno, y que van a buscar sobrevivientes sin importar el riesgo que corren sus vidas al entrar a un sitio que puede colapsar en cualquier momento. Además, es necesario hablar de la rapidez con la cual miles de personas acudieron a todos los bancos de sangre de la capital, al punto que, a tan solo unas pocas horas de ocurrido el acontecimiento, fue necesario pedirles a los donantes que fueran al otro día, porque habían rebasado su capacidad. Son estas acciones las que demuestran que, aún dentro de tanta desgracia, hay un poco de esperanza gracias a quienes se dedican a ayudar a los que lo necesitan en momentos tan tristes como estos.
La mayor parte de los eventos culturales han sido pospuestos, o cancelados, como muestra de respeto ante el duelo que viven hoy varias familias cubanas por la perdida de sus familiares y amigos. La Fábrica de Arte Cubano permaneció todo el fin de semana con sus puertas cerradas al público, varias decenas de conciertos quedaron cancelados o pospuestos, al igual que la mayor parte de los eventos y actividades culturales que estaban planificadas para esta semana. Se habilitaron, también, varios puntos para la recogida de donaciones que se le entregarán a las personas que perdieron sus viviendas con el accidente, y medicamentos para quienes se encuentran hospitalizados. Son muchas las manos que se han extendido en un momento tan crítico como este para ayudar en todo lo posible, y gracias a ellas se puede ver un poco de luz al final del túnel.
De parte de todo el equipo de Tunturuntu, queremos darles las condolencias a todos los afectados por la tragedia del hotel Saratoga.