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Havanece / Yongolailan

El universo místico de la música me ha soltado, de una simple bocanada de aire, y como salida de una peli de ficción en las calles de Cuba, 10 años atrás. Y es que todo lo que suena en este disco sabe a una isla que personalmente, ya no existe. Todo lo que te imaginas, recreas y revives, es una nueva orilla que te conduce a sonidos que hoy forman parte de Carlos José Martínez, el productor y Dj cubano detrás de Yongolailan.

Acercarme a la obra de un artista tan completo como Carlos siempre me ha dado mucha curiosidad. Y por si fuera poco no es primera vez que me enfrento a la escucha de su música, atenta y profunda. Primero Yemayá y Oshún, su carta de presentación en mi vida. Luego, Sueño Tropical, su primer disco, que salió a la luz mucho antes que todo, en Cuba, una primera vez en el año 2015 y luego desde Estados Unidos, en 2018.

Como era de esperar, en el mantra de un productor de este siglo hay mucha electrónica, pero también muchos sonidos naturales que quieren ser descubiertos y armados. Con el protagonista de esta producción no sucede lo contrario y así lo muestran los trabajos que anteceden a este fonograma, que se presenta para despedir el año, con el nombre de Havanece.

Conocer al artista que es Yongolailan en este disco se ha vuelto un viaje. Salen a la luz 10 tracks, luego de varios años de trabajo, producción y varias nostalgias atoradas en unos beats en forma de samples. Al contrario de lo presentado en lanzamientos anteriores, donde se trabaja la electrónica de manera más protagónica, Havanece trae unos medios instrumentales que lo enriquecen con más naturalidad.

Abre con Contradanza de Ensueño, una habanera que desde el minuto uno presenta la progresión armónica que regirá toda la pista. Es la presentación de una vida pasada recreada en el presente. A este ritual se une Jorge Aragón, pianista cubano que siempre encuentra una certeza en la música que comparte. Suena a extrarradio y coloca en espacio-tiempo ⸻a través de la voz de un niño⸻ la dramaturgia que reinará en la totalidad de la producción.

Le sigue Buena Vista Social Soul, y aunque pareciera que es un guiño a la emblemática orquesta de música tradicional cubana mundialmente conocida, tiene más de la infancia de Carlos en su barrio de Buena Vista, en playa. De ahí el bullicio adolescente del inicio, la guapería cerrada del tempo, el saxofón jazzeado, la conjunción con el bolero, porque también es representar raíces. El rejuego penetrante entre los saxos, el piano y la percusión y la base electrónica detrás. Es ese presente que suena a jazz americano, al piano afrocubano de los años 70 y las vivencias actuales de un músico que atrapa su pasado y lo convierte en un presente enriquecido, ya no desde La Habana, sino desde New York.

La infancia, luego de la juventud, es la etapa de la vida que más recordamos al crecer. Consciente o inconscientemente nuestra memoria física recuerda todo aquello que nos impactó, para bien o para mal. Un leitmotiv en la memoria que se afianza desde la música al recordar los sonidos que conforman tu primera personalidad. Afuera en el patio va de eso, un track que experimenta, desde lo personal, el cómo convivir con la nostalgia del pasado, esa acción de recordar con cariño y añoranza lo que vivimos.

El imaginario sonoro de Yongolailan es interactivo de nacimiento. Conecta con muchos momentos de su vida y los convierte en mímicas interpretadas de la realidad de muchas personas. El descubrir, el llenar el espacio está sobrevalorado al deseo de compartir música con la gente, una fuerza de ADN y libertad que pone en mira un nuevo universo. Es aprender a interpretar lo ya reinterpretado, es volver a conocer Danza Lucumí, luego de muchos años. Recordar a Ernesto Lecuona desde la recreación de una fábula, desde el sincretismo actual que supone unir lo sinfónico, los efectos de las flautas mágicas, las melodías de los violines, el beat electrónico, los timbres que suenan a vinilo, la clave cubana en repeat desde un plano lejos pero presente; todo conjugado con el concepto afrocubano es bien interesante.

Hemos llegado al centro del Ecuador del disco con Awa pal dominó y se va sintiendo qué, propuestas musicales así de frescas y con una carga emocional bien presente hacen más falta en la creación musical cubana de los últimos tiempos. Además, que un beatmaker lo ponga como menú completo, encima de la mesa y lo haga de manera tan auténtica y humilde, es de meritar. Imagina la imagen real de la mesa de cuatro, de madera o cartón tabla, en cualquier esquina de la Habana. Se va desenvolviendo en 1:56´ a piano comparsero y sinfónico, beat percusivo y ambiental. Va creciendo ese niño que en imágenes representa lo que hoy lo conforma como artista. Suena a folklorismo e impresionismo conceptual.

De todo este universo sonoro, Chinatow Downtown es uno de los temas que ya se conocen junto a Havanece, dos singles que fueron lanzados previamente antes del fonograma y comparten el sentir de una identidad propia. El tema representa la personalidad de Carlos, su flow y sus galaxias más allá de una simple realidad. El track, hecho para un corto de Grethel Castillo ⸻guionista y directora de cine cubana⸻ se dio a conocer en Cuba, en un concierto en vivo registrado en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Justamente esta sonoridad, describe un mundo en retrospectiva y une culturas distantes pero conjugadas de tal manera que perdura su huella, en el tiempo. La imagen es difusa, muy loca y eso atrae: una dramaturgia tan cuidadosa como experimental que nos traslada a un mundo vivencial muy cinematográfico. Al piano, se une una vez más Jorge Aragón y la guitarra es recreada por Rafael Rodríguez.

Si todo lo Antaño oliera y sonara a viejo, este tema sería la imagen de lo que representa Cuba para los cubanos. De igual manera es ambiguo el concepto. Su sonoridad nos recuerda a la música de Arsenio Rodríguez, desde un tributo a todo lo que representó y representa para la cultura cubana. “Suena a la magia de lo que perdura”, me dijo una vez su propio autor.

Le sigue Un Paraíso bajo las estrellas, con tempo firme y aire irregularmente danzable. Recuerda en la base de congas al bolero. Una frase melódico-rítmica muy conceptual se repite en loop durante los 1:57´ min que dura su escucha. Regresas a ella, y recapitulas sobre todo al final, para descifrar las frases cantadas que se escuchan a lo lejos. Recuerda mucho a ese jazz sinfónico americano de Gershwin, un poco de Eric Satie y las corrientes musicales mezcladas que se dieron cita a lo largo de todo el siglo XX. Suena a un cubano americanizado, desde la certeza de que Cuba suena a muchas cosas que son imposibles de borrar del mapa cultural que la conforma. Suena a Sinatra, a Lecuona, al Bola; al filin de aquellos años de oro cultural cubano, molido en música. Ese paraíso bajo las estrellas ⸻que se logran o no ver⸻ desde el lugar en el que estés: es mirar a Cuba desde New York, es sentir a Cuba desde New York.

Seguimos jugando seriamente a disfrutar de esta escucha detallada que ha sido sobrevolar por el universo interno de Yongolailan y su música. En la Azotea, es el tema que conceptualiza el mood chill de este disco. Veo luces enrojecidas y violetas. Noto la búsqueda de una propia voz que suena a ese jazz suave e improvisado del saxo, con mucho aire. Particularmente la producción de este tema es muy neoyorquina, conectando así, con el otro punto de este puente, entre la Habana y esa ciudad que nunca duerme. En colaboración con Animalejandro, nombre artístico del excelente multiinstrumentista cubano Alejandro Sierra,.

Hemos terminado el viaje en Havanece, título homónimo y última pista de este disco de larga duración que viene a regalarnos Carlos José, desnudándose completamente el alma en ello. El tema, grabado junto al trompeta cubano Edel Jamir Zaldivar ⸻más conocido como Undertrumpet⸻ es un viaje que evoca, y como bien decía Danko Rosete luego de su lanzamiento en julio de este año , “una trompeta que se pasea por un malecón de loops sonoros” demasiado cercanos a nuestro corazón.

Este es un álbum bien consecuente y especial, y tiene muchas almas. Inspirado en las músicas de seres muy cubanos como Bebo y Chucho Valdés, Paquito de Rivera, Israel López Cachao, Arsenio Rodríguez, Bola de Nieve, Ernesto Lecuona, Carlos “Patato” Váldez, y tantos más. A través de aquí se construye todo. Es esa imagen de una isla vista desde una memoria histórica y un nuevo estar. Son los recuerdos del pasado y la evocación del presente, que la reconstruyen. Una vida y muchas emociones guardadas que finalmente son liberadas a través de la música. Es además, un trabajo que admira, homenajea y respeta la historia. Un concepto sólido que representa al productor en sus numerosas fases lunares.

Hoy, Havanece desde otra orilla y Yongolailan nos pone a mirar desde la escucha nuestra historia directa. Hoy recordamos el pasado y vivimos el presente, dejando que la música sea el medio para sentir y respirar, porque al final, si vives y “sientes lo que te gusta, todo [ha] valido la pena”.

Por Mei Tellez