Explicar cómo es un cubano o una cubana pareciera tarea fácil. Son tantos los estigmas que penden sobre nuestra nacionalidad y cultura, que está casi absolutizado que somos alegres, eróticos, dicharacheros, jocosos… por naturaleza.
Realmente, no nos interesa generalizar rasgos en lo que sabemos es un mar de diferencias, un ajiaco, en palabras de Don Fernando Ortíz; lo que sí está claro que nos une, sin importar distancias, es una conexión de afectos.
Esta pandemia por covid-19 ha puesto sobre la mesa y al desnudo, la empatía entre gente que nació en una misma isla con forma de caimán. La solidaridad no ha creído esta vez, en ideologías ni posturas; en la conexión que referimos, se habla el lenguaje del amor y en ese, no hay exclusiones.
Mientras escribimos este texto, hay ahora mismo una movilización en diferentes países y al interior de Cuba, para ayudar y apoyar con medicinas e insumos a los más necesitados.
Centro Memorial Martin Luther King
Leyda Machado
Mientras la covid-19 nos golpea bien fuerte, hay gente, mucha gente, movilizada: jóvenes que llegan voluntarios a centros de aislamiento, equipos que aúnan, clasifican y envían medicinas desde diferentes latitudes; personas que las reciben y las distribuyen.
Hay gente que compra y envía alimentos, gente que cocina y gente que lleva comida a ancianos y personas en riesgo. Hay gente que comparte lo que tiene y hasta lo que no, gente que no se cansa, gente que salva.