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En puntas. Secretos de una bailarina de ballet.

Es sábado y el cielo gris lleva la amenaza de la lluvia inminente. Sin embargo, a media tarde, en Lawton, Wabi Studio y ZeroProyect abrieron  sus puertas para que, luego de una intensa sesión de fotos a Claudia Guerra, ella se reuniera con nosotros y nos contara un poco sobre su vida como bailarina y el trabajo que le costó llegar hasta donde hoy está.

¿Cómo fue que tomaste la decisión de ser bailarina?

Bueno, cuando yo tenía6 añitos estaba en la primaria vino una señora a mi escuela en Pinar del Río a hacer captaciones para la escuela de gimnasia rítmica. Al inicio no les presté atención, pero luego de la insistencia de los profesores me hicieron las pruebas y me vieron muchas condiciones para ser gimnasta y fui la única que aprobé de mi escuela. Después de dos años empecé a ir a la escuela de arte a recoger a mi hermano que estudiaba guitarra y allí vi a las muchachas que bailaban ballet. Yo no quería seguir estudiando gimnasia y le dije a mi mamá que quería estudiar ballet, pero como las captaciones se hacían en 5to grado y yo tenía solo ocho, mi mamá me llevó a hacer las captaciones para piano complementario. Así empecé en la escuela de arte. Sin embargo, como lo que me gustaba era el ballet yo me escapaba de las clases para ver a las niñas bailar y los propios profesores terminaron recomendándole a mi mamá que me cambiara de especialidad, que a mí lo que me gustaba no era el piano, sino el ballet.

Después de muchos trámites, logré entrar en las captaciones de ballet. Como venía de gimnasia, tenía muchas habilidades y fui el número uno en el escalafón. Ahí entré a estudiar ballet y pues, hasta el día de hoy. Como era muy difícil para la gente de provincia lograr una plaza como bailarina en la ENA, debido a la preparación que llevan la gente de La Habana, pues mi papá se mudó  y nos trasladamos acá en octavo grado para estudiar en la escuela de ballet. Aquí empecé a trabajar mucho más a profundidad, con profesores particulares los fines de semana y ejercicios diarios, además de las clases de la escuela. Así cuando llegó el momento de hacer las captaciones para la ENA estuve preparda y fui seleccionada como una de las mejores a nivel nacional.

¿Cuál ha sido el desafío más grande que has tenido que enfrentar en tu carrera profesional?

Han sido muchos, tantos que nosotras luego de la escuela salimos preparadas como guerreras, destinadas a luchar contra todo. Primero, es un mundo muy competitivo, estás  en una lucha constante por ser la mejor, por lograr un puesto y no quedarte atrás, por un papel luego de trabajar en una compañía, por superarte a ti misma sobre todo.

Otro desafío importante ha sido la percepción de nuestro cuerpo. En este mundo te juzgan constantemente los profesores, los compañeros, directores, etc. Si no tienes suficiente energía y bomba para soportar todo, no das abasto y te quedas atrás. Además, debes ser muy profesional desde pequeña, llevar una carrera en tus manos desde 11 o 12 años, llevar régimen de dieta, ejercicios, clases particulares, dormir lo suficiente, estudiar ballet y cambiar lo que sea necesario. Es difícil y duro, pero de aquí sales hecha una guerrera.

¿En qué sitios puedes trabajar con tu perfil profesional? ¿Tienes más oportunidades en el sector público o en el privado?

Actualmente para trabajar como bailarina de ballet clásico solo puedes hacerlo mediante una compañía. No existen lugares en el sector privado en los cuales se pueda trabajar en ballet clásico. Para trabajar en otros lugares debería dedicarme a la danza, presentar bailes de otro tipo.

Las tres compañías cubanas que se dedican al ballet clásico es la compañía de Camagüey, que está en dicha provincia, el Ballet Nacional de Cuba, fundado por Alicia y Fernando Alonso, y el ballet Laura Alonso del centro ProDanza fundado por la hija de Alicia y Fernando Alonso. Yo trabajo con el ballet Laura Alonso porque sentí que ahí tendría más posibilidades y que no me juzgarían por ser nueva, pues le brindan oportunidades a las personas que son nuevas en este mundo.

Se suele decir, entre las personas que no conocen mucho de ballet, que las bailarinas se retiran jóvenes y que no tienen mucho tiempo de vida artística. ¿Es eso cierto?

Las personas son las que se encargan de ponerse límites a sí mismas. Tú nunca puedes ponerte un techo o límite en tu vida, vas a llegar hasta donde tú quieras llegar. Alicia bailó hasta los 75-80 años. Tus límites son tuyos y de tu mente.

La bailarina trabaja hasta donde su mente y cuerpo se lo permitan. Si ya no tienes condiciones, te lesionaste varias veces, no tienes tantas condiciones naturales, pariste a cierta edad y no fuiste muy disciplinada con los entrenamientos, es posible que te retires antes porque tu cuerpo no es igual. Una vez que te retiras del baile, puedes ser coreógrafa, maestra, metodóloga de danza y otras opciones. Siempre hay vías para ejercer lo que te gusta.