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Emprender en Cuba: una apuesta en pandemia

Por Sara Sánchez

Ya era difícil, siempre lo ha sido, pero la pandemia, esa que puso el mundo de cabezas, también pegó a los emprendedores cubanos contra la pared. Justo ahora que parecía un buen momento para invertir, para atreverse a lanzar el negocio de los sueños, para dar un paso más allá… justo viene el planeta a detenerse en seco, el sector del turismo, ese que en algún punto hacía avanzar las iniciativas, a rozar el suelo, y lo que no fuera rentable, tristemente condenado a desaparecer.

Pero, contra todos los pronósticos, o quizás es que hemos tenido más tiempo para prestarle atención, el sector de la gestión no estatal en Cuba ha estado más presente en los últimos meses en el campo visual de la mayoría que trabajamos en el espacio de la comunicación y vivimos conectados desde las redes. Negocios de todo tipo, que han venido, porque no, a facilitarnos y alegrarnos también la vida durante la Covid en esta espera desesperante.

Desde Proyectos Agroecológicos Familiares que consiguieron llevar a los platos de muchos otra variante de alimentación más sana, hasta quienes se atrevieron con la ropa reciclada, los materiales reutilizables, el ornamento de plantas o la más tradicional repostería de la cocina cubana. Cuando digo de todo tipo, es todo tipo.

Quizás conocemos sólo aquellos que ya estaban asentados y tenían un recorrido más claro en el campo de la inversión y el marketing, que eran más cool o estaban en el boom. No sólo hablamos aquí de Clandestina, Amarillo Coworking, Aires de Fiesta o Bajanda… También lo hacemos de Ama Accesorios, de Mandao, Tarecolandia, Orejas con Arte o Dulces Doña Manuela…

Unos más conocidos que otros, más seguidos que otros, más resolutivos que otros…pero la verdad todos interesantes por igual, con la valentía de arrancar en medio de una crisis, donde no se ve el final, y el futuro huele a incierto. Han tenido que encontrar alternativas, sustituir importaciones, abrir otros caminos, muchas veces desconocidos, hacer magia literalmente hablando para sacar a flote sus negocios, pero nada, ni lo peor, los ha hecho rendirse.

Katy Ocaña con esos accesorios maravillosos poniendo color a la vida, Deshidratados Habana con sus alimentos naturales, sin azucares ni conservantes añadidos, Capicúa tratando de tirar adelante la moda cubana hecha a mano y rescatando el viejo oficio ya casi extinto de la sastrería en la isla… Y estos son solo algunos porque el espacio es poco para hablar de los cientos que hoy asoman en la isla ¿Alguno podría hacerle daño a una sociedad ya deprimida y en cuarentena? No, no creo…

Todo lo contrario. Retomar espacios abandonados en el sector del mercado, estimular los comercios locales, apostar por los productos nacionales, motivar el reciclaje y utilizarlo en función de una inversión sensata… desempolvar nuevos modos de hacer, empujar hacia lo nuevo, en cualquier momento es una garantía de avance. No será fácil el camino, nunca lo ha sido, nunca lo fue ni será…la pandemia es un lastre extra con lo que no se contaba. Por eso hacerlo en Cuba, atreverse con un emprendimiento de cualquier rama en este momento, lleva una dosis de riesgo alta, pero también el placer de saber que cada logro huele a victoria.