Redacción HC
Se dice que los sentimientos nacionalistas acompañan, sobre todo, a los nacidos en países que han sufrido grandes tragedias históricas, como bien pudiera ser la colonización. Tal vez por eso pudieras, por ejemplo, encontrarte a un cubano que, bajo las frías nieves de Europa, sigue escuchando boleros los fines de años, como banda sonora de su añoranza. Los lusófonos tienen una palabra muy poética para ese sentimiento, que no tiene homóloga en el castellano. Saudade es un sentimiento próximo a la melancolía, estimulado por la distancia espacial, sobre todo del hogar, y que implica el deseo de resolver esa distancia, sabiendo tal vez que eso que extrañamos no volverá. “Bem que se padece e mal de que se gosta”, así lo describe Manuel de Melo: bien que se padece y mal que se disfruta.
Fabrizio Sansoni
Si en castellano tuviéramos un término tan cercano a Saudade acompañaría, sin dudas, a la idiosincrasia cubana tan adaptada a emigrar y buscar su espacio en los confines del mundo. Pudiéramos conformarnos con el “gorrión”, una tristeza muy cubana que sumerge al emigrante en ese valle de recuerdos perdidos y caminos desandados.
Pero los tiempos han cambiado y los emigrados ya no salen de Cuba de forma definitiva, sino que viven entre aguas, dividiendo su tiempo entre latierra natal y la adoptiva.
El Festival Habana Clásica en su IV edición, acontecimiento que ha revolucionado las formas habituales de llenar la ciudad de música, bajo la tutela de Marcos Madrigal y la Embajada de Suiza en Cuba como su principal patrocinador, acompañados del Instituto Cubano de la Música, La Oficina del Historiador La Habana y El Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, ha servido de excusa para el retorno de cubanos y cubanas que han pasado gran parte de su vida dedicados a escenarios extranjeros. En algo coinciden todos, no hay nada como el aplauso del público que te ha visto crecer desde lejos: el auditorio cubano.
Lissy Abreu, violinista que acompañó la gala inaugural junto a la Orquesta de Cámara “Música Eterna” y, en un segundo momento, con un fascinante solo de violín tocado a la Virgen de la Caridad del Cobre, desde la complejidad de la escuela clásica europea, se une al festival como Vicedirectora artística. Con la maestría de su juventud, Lissy ha cosechado sus mejores éxitos desde las academias suecas de música. Obtuvo su título de diplomado solista en la Real Academia de Música de Estocolmo, luego su maestría en el Instituto de Música EdsbergSlott. Becas y premios a su nombre, KonstnärsnämdenArbetstsipendie e incluso, sonando las cuerdas del J.Shade que el Järnakerfonden de Suecia le prestara. Lissy comparte escenario con su hermana, la guitarrista clásica Ariadna Abreu, y así guarda a Cuba siempre en su espacio particular, tanto como para no disimular la emoción ante el público habanero que, tras una extendida ovación, agradece su retorno.
Fabrizio Sansoni
Con parecida premisa, Karla Martínez se estrenará al piano con obra del Maestro Nicola Sani, en la Sala Ignacio Cervantes, justo al centro del Prado habanero. Graduada, con Diploma de Oro, del Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA), Karla fue distinguida con la beca “Carolina” para un posgrado de perfeccionamiento de Liceu de Barcelona y enseguida continuó el Máster de Interpretación Musical en la Reina Sofía de Madrid, donde recibió clases del legendario Dimitri Bashkirov. Su labor artística la combina con la docente y, mezclado con su preferencia por el Romanticismo alemán y los compositores franceses, no abandona el pianismo cubano y así lo demuestra en el repertorio de un disco que ha dado mucho de qué hablar, Cuba: piano contemporáneo, una apuesta para promover y divulgar la creación de compositores cubanos actuales. A Karla la vimos hace par de meses en el IV Encuentro de Jóvenes Pianistas de La Habana y regresa, en ocasión de Habana Clásica pues, como ella misma afirmara, La Habana es su puerta a lo atemporal.
Elis Regina Ramos completó sus primeros estudios de violonchelo en Estados Unidos, bajo la tutela del profesor David Cole, luego de graduarse en la Universidad de las Artes en su natal Cuba. Allá completó su Máster, siendo discípula de Paul Kushious y viajó hasta la Florida para un Doctorado en Liderazgo Organizacional en Nova SoutheasternUniversity. Sus aspiraciones pernoctan alrededor de las grandes orquestas sinfónicas de Estados Unidos, país que acogió sus estudios especializados y su despliegue artístico pero, sin perder la añoranza del público primero, acude al llamado de Marcos Madrigal y se acerca a casa, desde la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, para lo que será un concierto memorable. A Elis Regina se le ha reservado la apertura, una nueva obra de Nicola Sani, Come una Specie di infinito, que interpretará junto a Alessandro Stella al piano.
Luis Ernesto Doñas no acude al Habana Clásica en calidad de músico, no es uno de los más de cincuenta intérpretes invitados, pero ocupa un espacio fundamental en el Festival. Nombrado Director escénico y Vicedirector artístico, este cubano graduado de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte y, luego, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, promotor cultural y artista versátil que, trabajando en la Ópera de Roma y compartiendo obra con grandes artistas, cumple el papel tan particular de mover los hilos para que todo funcione. Gracias a su sentido artístico y su cuidado del detalle, cada concierto del programa es acompañado por una exquisita escenografía.
Marcos Madrigal, por otra parte, se aparta del grupo de las añoranzas de la tierra patria más bien por excesos. A nuestros escenarios no les falta el piano de Marcos, que acude al público cubano, al hogar, como quien regresa al abrazo maternal luego de cadaviaje. Nunca ha estado lejos, acude siempre al llamado de festivales, conciertos, a cada obra que el Maestro Vitier le regala. Su color italiano no diluye las formas cubanas. Su obra descansa en suelo cubano, como un punto de fuga en el que convergen todas las líneas, o siguiendo todos los caminos que, si bien conducen a Roma, desembocan siempre en nuestro mar. Así lo demuestra en cada edición del Festival Habana Clásica, el mejor regalo que un hijo, virtuoso del piano, puede entregarle a sua patria.
Si bien el programa que hoy tenemos en mano, tal vez el más ambicioso en décadas, goza de la presencia de instrumentistas y Maestros de alto relieve internacional, el retorno de músicos cubanos, florecidos en diversos confines del mundo, la añoranza de quien regresa con sus mejores melodías, buscando el aplauso profuso de su público más querido, convierten este Festival en un motivo sanador, cura de nostalgias. El reencuentro con la raíz, la devoluciónde todo lo que la tierra patria siembra en el corazón de un artista, sin importar las coordenadas que ocupen el resto del año.