Lo pequeño no se observa y la realidad se vuelve borrosa. Hace unos días que comenzó esta odisea, se me rompieron los espejuelos para ver de lejos y desde entonces: necesito ayuda para algunas cosas, ando un poco más despacio para observar ciertos detalles y busco armaduras y cristales.
Dependiendo de tu realidad das algunas cosas por sentadas o no, y en mi caso, que llevo usando espejuelos más años de los que no, nunca me había percatado del tamaño de las señaléticas en cada lugar, establecimiento, etc. y de lo importante que son los servicios y por supuesto el buen trato de las personas.
¿Por qué digo todo esto? Porque es curioso cómo surgen las preguntas según el orden de prioridades personales o de tu entorno. Recuerdo cuando estudiaba en la universidad que habían profesores que recalcaban la importancia de ofrecer servicios de calidad, de la lectura fácil y de acondicionar los establecimientos para todo tipo de personas. La realidad es que nada de eso sucede, y como es sabido, la teoría no se parece a la práctica.
Mis prismas han cambiado, literalmente. Por otra parte buscar armaduras “perfectas” es otro paso interesante dentro de observar mi realidad. Existen ópticas públicas donde algunas de las funciones de estas serían, vender armaduras y por ende cristales; pero desde hace unos años eso no funciona así. Las ópticas repartidas por todo el vedado no cuentan con ningún tipo de armaduras y casualmente tampoco tienen el tipo de cristal que necesito.
La realidad también es, como dice el dicho, que “uno se acuerda de la virgen cuando llueve”, pero a pesar de todo eso, los servicios públicos están cada vez más en decadencia, y el trato humano refleja, lamentablemente, el deterioro del entorno. En varios periódicos, revistas e incluso en la calle, siempre he escuchado que “el cubano se ríe hasta de sus desgracias” y eso, imagino que esté bien, ya lo tenemos instaurado como filosofía de vida y en cierta forma nos hace salir adelante dentro de los problemas, pero creo que también es uno de nuestros defectos; si no vemos nuestros problemas, nunca le daremos solución.
Pero como yo sí quiero ver, más bien lo necesito, salí en busca de mi solución y encontré en redes un emprendimiento llamado “Progresiva” que es un taller de espejuelos en La Habana, que tiene todo lo que necesito. En principio, desde la web se pueden consultar las armaduras disponibles, precios y otros artículos útiles para el cuidado de los espejuelos.
De cierta forma creo que así nacen los emprendimientos útiles: a un problema, una solución; y Doria Alderete, CEO de Progresiva, ha encontrado un servicio necesario, ya que: reparan espejuelos, ofrecen asesorías personalizadas sobre la visión, realizan la confección a la medida, y tienen accesorios para los espejuelos.
En resumen, cada quien observa su pedacito, muchos de los establecimientos estatales en Cuba brindan servicios mediocres, pero siempre queda un pedacito de esperanza. Y me gusta creer en ella.
Por: María Karla Larrondo González