En 2018 una singular noticia puso a la cultura cubana en titulares: Trinidad era declarada Ciudad Artesanal del Mundo. Para entonces, solo una treintena de ciudades en todo el globo ostentaban la condición y al menos 4, en Latinoamérica. Por eso, era un título merecidísimo, un premio a la exuberancia y hermosura de deshilados, cestos, cerámicas y bordados que se hacen en esta región.
Pero la maravilla artesanal cubana trasciende las fronteras de la Ciudad Museo. En la isla se entreteje una tradición de siglos que abarca habilidades y producciones manuales que no sólo tienen valores utilitarios, sino también ornamentales, e incluso rituales. Son, a fin de cuentas, expresiones de las variadas raíces étnicas del país.
Los creadores criollos moldean el barro, le dan forma al yarey, al cuero, al hierro; emplean semillas, fibras naturales, hacen artículos pirograbados y tallados, talabarterías, crochet e incluso, de los materiales más increíbles sacan objetos.
Algunas de las manifestaciones más extendidas son la alfarería y cerámica, las tallas, tejidos y labores de recortería textil, bordados, carpintería, modelado, trabajos de metalistería y pirotecnia. Pero hay más.
En las obras artesanales son perceptibles las raíces españolas y africanas, están ahí latentes en la multiplicidad de objetos, ya sean domésticos, ornamentales o mágico-religioso que se hacen con manos cubanas, incluso más allá de la propia geografía que abarca la isla.
Los hombres y mujeres que en Cuba se dedican a la creación artesanal no andan creyendo en carencias. Como en tantas manifestaciones de la cultura, la invención se vuelve escudo para crear. Hay quien dice que no se puede ser artesano en este país, si no sabes reinventar tu trabajo constantemente.
Algunos estudiosos del tema, aseguran que, en su momento, el impulso del turismo significó una revaloración de esta expresión popular y por tanto una calidad y cuidado mayor en la realización de los artículos.
Pero, otros elementos también moldearon este fenómeno creativo y cultural. La pandemia por covid-19 que en el país supuso un cierre (total y/o parcial) de las fronteras, llevó a muchos artesanos a reinventarse.
Tanto así que, incluso, nacieron y se desarrollaron nuevos proyectos para suplantar carencias que derivaron de la crisis sanitaria. En este caso, aunque la creatividad no deja de sorprendernos, si algo emerge de las tradiciones artesanales cubanas es la resiliencia de sus creadores.
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